La miseria se realoja en el Hostal Lisboa

La miseria se realoja en el Hostal Lisboa

- Servicios Sociales hace un año que dejó de pagar el realojo de cinco familias

- En algún caso llevan más de cinco años en el hostal y han tenido hasta hijos


En apenas 15 metros cuadrados vive Ahmed Abdelkader con su mujer y sus dos hijos. Ahí llevan ya cuatro años. El más pequeño tiene 11 meses, ha nacido, como quien dice, en el Hostal Lisboa, la mayor tiene 8 años, en su “hogar” no hay donde estudiar. El recibidor es cocina, comedor y sala de estar a la vez y se deduce que de estudios, también. Después está el baño y pared con pared una habitación no demasiado grande en dónde duermen en colchones, ven la tele, juegan y viven toda la familia (4 personas). Se acabó la vivienda. No hay más.

Ahmed Abdelkader aún recuerda que antes vivía en García Aldave, en una finca espaciosa con su padre, quien hoy, con casi 79 años, vive con su mujer y otro hijo en un apartamento parecido, incluso algo más pequeño en el mismo Hostal Lisboa, dos plantas por debajo del de su hijo. A todos los desalojaron de su antiguo hogar. Fueron a dar al hostal y ahí siguen, bajo el paraguas de Servicios Sociales. Un paraguas que parece deteriorarse con el tiempo y sufrir los efectos de los vientos. El año pasado en marzo se les ofreció una vivienda de protección en la promoción de Loma Colmenar. Emvicesa y Servicios Sociales pretendían que vivieran 10 personas, cuatro núcleos familiares en una casa de cuatro habitaciones. El padre de Ahmed Abdelkader rechazó la oferta. Querían una vivienda para cada familia, la de Ahmed Abdelkader, la de su padre y la de sus otros dos hermanos: uno soltero e independizado y la otra casada con su pareja. Ellos entendieron aquella oferta como la particular solución final a su desalojo ofrecida por Servicios Sociales. La consejera, Rabeah Mohamed, matiza la oferta y ex- plica que se ofreció al padre irse allí y a los demás que se buscaran un alquiler bajo el compromiso de Servicios Sociales de que serían ayudados. Ellos no se fiaron y rechazaron la oferta, aferrándose a su apretada vida en el Hostal Lisboa a la espera de que Emvicesa cumpliera su palabra de estudiar su caso en la Comisión Local de la vivienda y proporcionarle una VPO a cada unidad familiar. “No queremos que nos regalen nada, nos buscamos la vida y pagamos la vivienda”, explica Ahmed Abdelkader, harto de la situación de temporalidad en la que vive desde que a su familia la des- alojaron de García Aldave. Ahmed Abdelkader asegura que lo que les proponía Servicios Sociales era irse allí a Loma Colmenar, todos a una vivienda y ya está. Rabeah Mohamed explica que la oferta era darle la VPO al padre y que los demás se buscaran un alquiler de hasta 600 euros con el compromiso de la Consejería de ayudarles a pagarlo. “¿Si yo salgo de aquí como justificó luego que estoy en manos de ellos?”, desconfía Ahmed Abdelkader. Su desconfianza, es entendida hoy por la propia Rabeah Mohamed como “una medida de presión”. Desde marzo del pasado año, una vez que rechazan la oferta de VPO y alquiler, Servicios Sociales dejó de pagar sus apartamentos y habitaciones en el Hostal Lisboa. El propietario del hostal, Abdelkader Mohamed, asegura que la deuda por esas familias y otras en parecida situación alcanza ya los 95.000 euros. “Me dijeron que me buscara la vida y los echara. Pero ¡yo cómo les voy a dejar en la calle?”. Aún así, el propietario les denunció, les llevó al juzgado para echarlos del hostal, y según el inquilino “Kader es un perro con nosotros, sólo mira por su dinero”. Ahora los ánimos se han destensado un poco y Rabeah Mohamed ha prometido pagar los 95.000 euros que dice el propietario se le deben. “Nos vamos a hacer cargo de la deuda”, aseguró la consejera a ceutaldia.com. “Y estamos abordando el problema desde todos los puntos de vista para tratar de encontrar una solución satisfactoria para todas las partes”, explicó Rabea Mohamed. Pero esa solución satisfactoria pasa por dejarlos desamparados. El 30 de marzo de este 2011 Servicios Sociales les remitió una carta al propio hostal en las que les notificaba que les denegaba más ayuda. El motivo explicado en la misiva es la falta de documentación. “No me suena a mí. La jefa de servicio me dice que no. En su día se mandó hace ya un año, pero la semana pasada no”, manifiesta desconocer la carta remitida por Servicios Sociales, Rabeah Mohamed. Estefanía Sánchez En una situación parecida a la del padre, los hermanos y el propio Ahmed Abdelkader está Estefanía Sánchez con su hija y su pareja e Ismael Mohamed con su pareja y su hija, también. Son compañeros residentes en el Hostal Lisboa y también tienen su historia de miseria y apuros cargada sobre sus hombros. Estafanía Sánchez vivía con su madre. Fueron desalojados de Los Rosales por impago del alquiler. Sencillamente no podían pagar. Son pobres. Son la cara, el nombre y los apellidos de esa estadística que se tiran a la cara los políticos y que habla de que algo más de un 35 por ciento de los ceutíes o está sumido en la pobreza o anda rondándola. Normalmente nadie los ve; los tapan las calles llenas de flores que se renuevan cada quince días, las farolas nuevas y multiplicadas por tres, los adoquines brillantes y limpios del centro de la ciudad y ahora la campaña electoral llena de promesas y proyectos de futuro que harán de Ceuta un foco de atracción mundial. Pero existir, existen. Vivir, viven, como pueden, con su rutina de miseria, problemas y sueños de mejora. Estefanía Sánchez, su hija y su pareja llevan un año y medio viviendo en el hostal Lisboa. Su historia tiene algo parecido con la de Ahmed Abdelkader. En realidad quien es “usuario” de Servicios Sociales, es la madre de Estefanía, hoy viviendo en las VPO de Loma Colmenar. Pero Estefanía Sánchez, de 22 años, se quedó embarazada por el camino, durante el tiempo en el que de su madre y su familia se hacía cargo Servicios Sociales. Su pareja, al igual que ella, está en el paro. Y no tienen para pagar un alquiler, al menos sin ayuda. Cuando su madre desembarcó en el Hostal Lisboa, con ella incluida, eran ocho viviendo en unos 15 metros cuadrados. Optó por irse a casa de su abuela, lo intento con su pareja y finalmente volvió al hostal, se podría decir que ha heredado el realojo de su madre y está a la espera de que Emvicesa cumpla con lo que tiene firmado, no ya con la madre sino con ella.

Como su madre se fue a la VPO de Loma Colmenar, Servicios Sociales, también dejó de pagar su microapartamento en el hostal en marzo del pasado año y también está denunciada por el propietario. Ha vivido con la lavadora estropeada, “me tenía que lavar la ropa la vecina”, sin calentador, la solución era la misma y durmiendo en un colchón. “Aquí estamos como animales y Servicios Sociales no nos quiere ver ni en pintura”, se queja. Es lo poco que le queda. “Yo lo que quiero es tener un techo para vivir tranquila y un trabajo”, sueña con lo que dice la Constitución que es un derecho fundamental, al fin y al cabo.

Lo del trabajo lo ve más complicado, cada vez que le ofrecen un curso de formación choca con su hija. Eso que dan en llamar los expertos ‘conciliación de la vida familiar y laboral’. No tiene con quien dejarla y acaba perdiendo todas las oportunidades. Ismael Mohamed Ismael Mohamed, su mujer y su hija también han dado unos tumbos importantes. Llevan cinco años realojados. Los echaron de Tejar de Ingenieros, bajo promesa de una vivienda de protección. En 2006, el entonces viceconsejero de Asuntos Sociales, Mohamed Hamadi los realojó en un piso de tres habitaciones en la Marina, en el que compartían espacio con otros tres matrimonios. Un día hubo una pelea en aquel piso de realojados. La Policía Nacional los sacó de allí en plena noche para evitar una tragedia y los llevó al Hostal Lisboa de eso va a hacer ya tres años. “Emvicesa se comprometió a buscar una vivienda de alquiler”, recuerda. Nada de nada. Después le prometieron que encontraría un techo definitivo en la promoción de Loma Colmenar. A él ni se la ofrecieron. Aún así, Servicios Sociales, también dejó de pagar por él en marzo del pasado año. Le dicen que encuentre un alquiler, pero sólo le quieren pagar hasta 400 euros del mismo. “No hay por ese precio ¿qué encuentras por menos de 600 euros?”, replica. En su camino de penitencia, Ismael, al igual que Estefanía o Ahmed ha aprendido palabras propias de la burocracia administrativa con la que se pelean en su día a día y de la que a la vez obtienen ayuda. Así cuando explica que le realojaron en la Marina en un piso de tres habitaciones con otros tres matrimonios él dice “con otras tres unidades familiares más”. Estefanía por ejemplo, maneja dos carpetas llenas de papeles. Son su esperanza a una vida mejor. Ismael Mohamed y su familia viven un poquito peor que Estefanía y Ahmed. Ellos ni tan siquiera tienen un microapartamento. Viven en una habitación con baño. La cocina es comunitaria, y es en realidad, un logro. La habilitó Servicios Sociales en un hueco del hostal, cuando tras las lluvias torrenciales de hace un par de años, el alojamiento se llenó de inquilinos a los que la miseria les cayó del cielo en forma de agua. Hasta entonces Ismael había montado un pequeño hornillo de gas en la propia habitación. Por si quedaba alguna duda de que él no tiene hogar desde hace años, basta con acudir a la etimología de la propia palabra. Hogar viene del latín y significa fuego. La miseria que les rodea les está pasando factura. “Estamos todos malos de los nervios. Discutimos mucho con nuestras parejas desde que estamos aquí. Las habitaciones tienen mucha humedad. La cocina cuando llueve está encharcada siempre”, explican a voces, tapándose unos a otros y complementándose a la vez. “No nos acostumbramos. Estamos cada vez peor”, concluye Ahmed Mohamed. La Constitución habla de vivienda digna para todos y trabajo, como un derecho. Y ellos recurren incluso al adjetivo de española. Dicen que en Loma Colmenar “han dado 31 viviendas a personas con residencia, que han pasado por aquí sólo unas semanas y son en realidad extranjeros. Pero se las dan antes a ellos que a nosotros, porque creen que nosotros no las podemos pagar y ellos sí”, explican los tres. Y eso les indigna especialmente. “¡No estamos pidiendo que nos regalen nada. Sólo que nos ayuden. Nosotros queremos una casa y la queremos pagar!”. En todos los casos, comparten algo más que la situación de estar realojados. Además de la vivienda. El trabajo no abunda. Ni Estefanía ni su pareja tienen empleo. Ismael Mohamed está terminando en el Plan de Empleo y Ahmed Abdelkader, al menos, trabaja de mayo a septiembre en el Parque Marítimo. Después, el paro cuando acumula tiempo suficiente y encuentra otros trabajos.

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