En 1415 Ceuta era una amalgama de callejuelas blancas amuralladas, con hasta trece mezquitas dentro de un típico pueblo blanco, como los muchos que aún se conservan ambas orillas, como Ronda, Vejer o Assilah. Una medina sólo aparentemente caótica, dividida por gremios, cada uno con su mezquita, un lugar para gente con posibles. Una ciudad cuyo centro político estaba en el mismo lugar que hoy ocupa el Ayuntamiento y en la que la calle principal discurría por la misma arteria que lo hace hoy, una ciudad pujante que cada noche cerraba sus puertas al enemigo exterior. Pero de poco sirvió la muralla califal el 221 de agosto de 1415. Aquel día, el Ejército de Joao I de Portugal, al mando de Enrique el Navegante, desembarcaba atropelladamente en San Amaro al amanecer abriendo sin saberlo un nuevo ciclo para la humanidad.

Un ciclo que, ya de vuelta al siglo XXI, el presidente de Ceuta, Juan Vivas, califica de “modernidad” y que la concejala de Cultura de la Cámara de Lisboa, Caterina Vaz, explica como “el inicio de la globalización”. Para Portugal fue el primer paso de su expansión primero europea y después mundial; para Ceuta, subrayó Vivas, fue la antesala de su integración en lo que en el futuro sería España. “nos dieron la oportunidad de ser españoles”, agregó.

Todo eso, y todo lo que vino después, es lo que repasa y explica la exposición “Lisboa 1415 Ceuta. Historia de Dos Ciudades”. Así lo explicaba, de forma inmejorable, José Gomes Caramelo, director de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nueva Lisboa, porque “preservar la historia es la forma serena de preparar nuestro futuro juntos”. Unos lazos comunes que a juicio de la concejala Vaz es “necesario resaltar en estos tiempos”. Unos lazos que en Ceuta han dejado huella, no sólo arqueológica o monumental, también política, como los fueros, o urbanística, como la planta de la ciudad; o la más obvia y conocida, la bandera blanquinegra.

Un pasado hispano- luso que se resume, recordó Vivas, en el único estandarte con ambos escudos, de España y Portugal. “esa es el alma de Ceuta”.

La muestra, que podrá verse durante nueve meses en el Museo del Revellín, resume todas estas palabras en un recorrido documental que recorre aquel año palmo a palmo, azulejos, libros, restos arqueológicos, cerámicas… restos que cobran vida juntos para explicar cuándo, cómo y sobre todo porqué Portugal escogió Ceuta para dar el primer paso en la aventura de la globalización.

La joya de la exposición

Pero probablemente poco o nada de todo esto acaparará su atención al recorrer la exposición y es que sólo tendrá ojos para la maravillosay minuciosa maqueta de la Ceuta antesn de la globalización. "Un retrato robot"más que una maqueta, explica su autor, Gabriel León, que ha tardado cuatro años en llevarla a cabo, siguiendo el único mapa, realizado a vuela pluma en la época, y apoyándose en la aplicación Google Earth, para hacer este retrato de la vieja Ceuta con un margen de error (si la maqueta fuera atamaño real) de cinco centímetros.<p>Una maqueta que embelesa a quien la ve, especialmente a historiadores y arqueólogos como Gómez Barceló o Fernando Vilada que han apoyado a León durante el proces. Una maqueta pensada para colgar de la pared de su casa pero que llegó a oidos de la consejera de Cultura, Mabel Deu, que terminó por convencer al autor para que cediera su obra a la Ciudad que pagará 17.000 euros por el trabajo,y no donada como inicialmente informamos en Ceutaldia.com.<p>La maqueta formará parte de la muestra a su paso por Ceutapara kluego buscarla un lugar permanente donde pueda ser debidamente admirada.