Lluvia de lágrimas en el Medinaceli


-“Con el corazón hubiésemos salido pero hay que pensar con la cabeza”, explicó el hermano mayor, Isidro Cortina 

-La hermandad no suspendía el Lunes Santo desde 2009

 
Con vendaval ni salgas, advierte la sabiduría popular. Una prudencia que ha hecho suya la hermandad del Medinaceli de Ceuta, aunque le costó más de una hora y media tomar la decisión. “Con el corazón hubiésemos salido pero hay que pensar con la cabeza, somos responsables de este patrimonio y debemos cuidarlo”, razonó el hermano mayor, Isidro Cortina. En ese preciso instante, pasadas las nueve de la noche no llovía. “Puede volver a llover y temíamos que nos pillara en un lugar donde no pudiéramos resguardarnos; la verdad es que nos duele mucho pero Él lo ha querido así y tenemos que catar la decisión”, zanjó Cortina.

En el recuerdo una situación similar, hace ocho años, cuando en condiciones muy similares, con uno de esos impredecibles vendavales de primavera, se tomó la misma dolorosa decisión. “En 2008 no salimos y no llovió”, recordaba Cortina, “hay que tomar una decisión, es difícil pero hay que hacerlo”. En 2014 esa suerte la sufrió el traslado, pero no se amilanaron” Hace dos años bajando del Príncipe nos cayó la del pulpo por Hadú y en Otero pero luego tuvimos la suerte de que el Lunes Santo no llovió y pudimos hacer una estación de penitencia estupenda, este año ha sido al revés”.

A su alrededor los costaleros a duras penas aguantan la emoción. Los ojos vidriosos, la mandíbula prieta aguantando las lágrimas el que puede; una última foto al Cristo, abrazos emocionados aquí y allá. “La gente está hecha polvo, ten en cuenta que tienen una ilusión muy grande por salir, hay niños chicos llorando porque era su ilusión, pero qué se le va a hacer, el año que viene habrá que seguir luchando con el fin de poder poner a nuestros titulares en la calle”, anima.>p>Son las nueve y cuarto de la noche, hace una hora que debía haber salido el paso. Fuera la gente aún no conoce la decisión pero poco a poco van saliendo los costaleros desolados y la voz corre entre el público que aún no ha perdido la fe y aguanta a la puerta de la Casa de la Hermandad del Medinaceli. Un espectador, indignado, lamenta que se lo comuniquen antes a la prensa que a los fieles, dentro hace casi media hora que se conoce la decisión. En ese preciso instante las puertas se abren para que la gente pueda al menos presentar sus respetos a las imágenes de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado y María Santísima de los Dolores. “Al menos intentaremos que ya que no pueden salir a la calle que la calle venga a ellos”.

Dos horas después no había vuelto a llover y los claros salpicaban el cielo.

Lluvia de lágrimas en el Medinaceli


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