Los romanos hicieron de Ceuta el corazón de las salazones, aquí levantaron la mayor factoría del Mediterráneo, llevando el sabor del mar por todo el imperio, convirtiendo lo que era una forma de vida que nos acompaña desde el paleolítico en un modelo económico pujante. Pero llegaron los portugueses y con ellos los sitios y la guerra y poco a poco lo que era un negocio boyante terminó por desinflarse y las almadrabas casi desaparecieron de nuestras cosas hasta casi ser un recuerdo. Hasta que llegó la asociación ‘Salzone’ dispuesta a recuperar una tradición a punto de morir. Rutas turísticas, un documental, un concurso de tapas y ahora un libro de recetas. El primero en dos mil años de historia de las salazones de Ceuta. Un paso más en el objetivo de Salzone: “Que esta tradición no se pierda”, reclama José Manuel Pérez Rivera, presidente de Salzone.

Este libro, bajo el título ‘Salazones, una tradición milenaria en la cocina del siglo XXI, reúne las 16 tapas concursantes en la primera edición de 2015 más cuatro platos más creados por el chef Mario Silva, la parte culinaria de la asociación. “Hay recetarios antiguos pero en ningún aparece la salazón”, explica Silva señalando el verdadero mérito de la iniciativa: “Es una nueva cocina, no hay referencias”. Y aunque no existe ningún recetario previo, ni las salazones son un producto habitual en los fogones decidieron “romper barreras” lo que, recuerda, “nos abrió un gran abanico de posibilidades”.

Así, las viejas salazones se encontraron con sabores como el wasabi o con el salmorejo y nacieron tostas, platos y revueltos que devolvieron a los fogones a este manjar con sabor a mar.Un manjar que voló de las manos de María Isabel Moreno Márquez, ganadora de la primera edición del Concurso a la Mejor Tapa Salazones de Ceuta, una tosta de lomo de bonito sobre cama de salmorejo y fritada de ajo y almendran que devoraron los asistentes.

 A su lado, el alma mater del proyecto, Keke Raggio desgranaba el valor y el sabor de las salazones de Ceuta, micrófono en mano sedujo al público asistente que terminó dejando casi sin existencias a la volaera ‘Los Rafaeles’, que puso un pequeño puesto en la Feria del libro para dar a conocer sus lomos de bonito, sus huevas de volaores, “el caviar de Ceuta, a 70 euros el kilo, porque no todos tienen huevas”, explicó Raggio, o el ‘Viagra del mar’, “llamada así porque el que la prueba repite” y no miente. Ese bonito en aceite es probablemente uno de los manjares más deliciosos que ha dado el Mediterráneo. “Y como en Ceuta no se seca en ningún lado”, explican desde Los Rafaeles, “ni en Barbate ni nada, aquí tenemos otro mar, otro Poniente que allí no tienen, esto es especial.