YACIMIENTO

Todo lo que esconde el corazón de Ceuta

Todo lo que esconde el corazón de Ceuta
Trabajosde documentación de los restos de las piletas de salazón de época romana GR
Trabajos de documentación de los restos de las piletas de salazón de época romana.

La calle Jáudenes lleva casi tres mil años siendo arteria del corazón de Ceuta. Este corazón empezó a latir a finales del siglo VIII y sus entrañas esconden las claves de la historia de la ciudad, unida al mar desde su origen.  El hallazgo de un nuevo sector de las factorías de salazones romanas de Septem Fratres permite conocer un poco más una época en la que Ceuta, al contrario que 29 siglos después, era una gran factoría.

“Roma asoma en Jáudenes”, titulaba Ceuta al Día el pasado 24 de enero, adelantando el hallazgo de un nuevo yacimiento arqueológico, otro más, en el istmo durante las obras de renovación de las redes de agua pluviales y saneamiento en los extremos de la citada calle. Una triple hilera de piletas y una amplia estancia se intuían en las zanjas abiertas por Acemsa, mostrando claramente un nuevo sector de la antigua factoría de salazones que durante mucho tiempo abasteció al imperio romano de las delicatesen del Estrecho.

Por el mismo lugar donde usted salió anoche de tapas con los amigos,  llevan pasando ceutíes y viajeros desde hace miles de años. Un lugar que es parte de la espina dorsal de la ciudad desde el siglo VIII antes de nuestra era. Epicentro de la actividad salazonera primero, más tarde la calle de las especias –como ahora paralela a Ibn Isa, la actual Gran Vía- La misma calle que varios siglos recorrieron después los portugueses a sangre y fuego camino de la alcazaba. Con este currículo, no es de extrañar que a cada golpe de pico asome un yacimiento arqueológico romano, islámico o incluso fenicio. Y como era de esperar, así fue.

Restos de las piletas de salazón de época romana

El hallazgo de un nuevo sector de las factorías de salazones romanas de Septem Fratres permite conocer un poco más una época en la que nacía la Ceuta salazonera y su cetaria,  un vivero comunicado con el marque llevó el nombre de Ceuta por el Imperio Romano.  La cetaria se extiende desde el tramo de la calle Jáudenes comprendido entre la calle Dos de Mayo (al este) y O`Donnell (al oeste) y fue construida en el tercer cuarto del siglo I d.C., aunque se expandió a partir de mediados del siglo II d.C hasta ocupar buena parte del istmo alcanzando su máximo esplendor durante el siglo III d.C., explica el informe para la Ciudad del arqueólogo José Manuel Pérez Rivera, al que ha tenido acceso Ceuta al Día.

Piletas, estancias, cerámicas, incluso monedas que permiten no solo conocer un poco más (pero no del todo) las dimensiones de la factoría sino también su historia, desgrana Pérez Rivera en su informe. “El material recuperado en la fosa de cimentación del muro que delimita al sur el conjunto haliéutico permite proponer una cronología de mediados del siglo I d.C. Por último, cabe mencionar en este resumen, la presencia de niveles del siglo III d.C. al este de la cetaria altoimperial”, reseña el informe arqueológico. “La presencia de estos niveles, sumado a otros datos recopilados durante esta intervención arqueológica, permiten redibujar la topografía de las caetariae de Septem Fratres”.

Los restos hallados en la calle Jáudenes (y calles adyacentes) permite saber más pero no todo sobre la cetaria. “Es muy probable que las estructuras asociadas con la caetaria continuasen en dirección occidental. Más allá del límite occidental del conjunto de piletas, y sobre el firme, se ha conservado la huella de un muro (M-322) de aspecto similar, en su composición edilicia, al de los restos de estructuras murarias romanas que definen el complejo salazonero. El nivel de arrasamiento del muro es muy alto (apenas se conserva una hilada de piedras), ya que se encuentra en superficie”, explica Pérez Rivera.

Obras de épocas anteriores, menos escrupulosas con la Historia, han borrado parte de las huellas y la falta de tiempo por las prisas para acabar la obra antes de elecciones han complicado el estudio del actual yacimiento, reconoce el propio informe del arqueólogo: “El continuo trasiego de las máquinas excavadoras y la premura de tiempo no nos ha permitido documentar con mayor detalle este muro que parece indicar que las estructuras altoimperiales continúan hacia el lado occidental del istmo”.

Auge y caída de la Ceuta salazonera

El yacimiento de Jáudenes no solo da fe del origen, auge y extensión de la cetaria y la factoría de salazones, también de su abrupto final que todo apunta a que llevó la firma de los vándalos. “Sobre este suelo se ha documentado un potente nivel de incendio y adobes que relacionamos con la ocupación vándala de Septem a finales del primer cuarto del siglo V d.C. A esta misma cronología pertenecen los niveles de colmatación intencionada de la única pileta que ha podido ser excavada”. Cenizas y restos de cerámicas africanas dan una idea aproximada del fin de una era en Ceuta. “La cronología del fin de uso de la pileta y de su colmatación intencionada coincide con la toma vándala de Septem. La brusca interrupción de la actividad de la cetaria observable en el conjunto de piletas tiene su correlato más evidente y llamativo con el potente nivel de incendios, cenizas y adobe quemados observable sobre el suelo”.

Los materiales recuperados de finales del siglo III-principios del IV d.C evidencian una disminución en el ritmo de actividad, explica el informe, detallando las fases del declive de los salazones en todo el istmo. “Algo similar pudo observarse en las excavaciones arqueológicas en el Paseo de las Palmeras. Los muros que definieron espacios de preparación para la salsamenta y las salsas de pescado fueron amortizados y sobre ellos construidas pequeñas piletas de salazones que estuvieron activas hasta las primeras décadas del siglo VI  d.C. En la calle Jáudenes observamos un proceso similar de abandono, o al menos de declive, entre finales del siglo III y comienzos del IV d.C en el espacio situado al este del muro de la cetaria alto imperial. Ésta sigue funcionando sin interrupción aparente hasta su destrucción violenta a finales del primer cuarto del siglo V d.C”.

Un dominio vándalo que se extendió durante casi un siglo y del que hay muchos indicios y pocas pruebas. “Villaverde es el único autor vinculado a la arqueología ceutí que habla sin tapujos de una ocupación vándala de Septem que abarcaría el periodo comprendido entre el 426 y el 534, fecha de la ocupación bizantina de la ciudad (Villaverde, 2001: 214-215)”, explica Pérez Rivera en su informe: “A esta misma fase vándala, que ocuparía casi un siglo de la historia de Ceuta corresponderían los materiales encontrados en el extremo occidental del tramo 1, colindante con la calle Queipo de Llano”.

A esta última época pertenecen algunos de los hallazgos, en especial la cerámica, centrada en el primer cuarto del siglo V d.C, una datación que viene corroborada por la aparición de una moneda del emperador Honorio (395-423 d.C) hallada sobre el mismo fondo de la pileta. Y no es el único tesoro: “Tenemos que referirnos, en este punto, al hallazgo de un tesorillo de monedas (…), formado por no menos de once monedas, de distintos módulos. La espesa costra de cloruros sobre las monedas no permite por ahora la clasificación”.

Los límites de la factoría

El hallazgo de las piletas y la estructura muraria permite fijar al menos el límite oriental del inicial complejo salazonero de época Flavia en el comienzo de la calle Jáudenes, coincidente con la ubicación del muro oriental.  “Estamos ante una cetaria importante, teniendo en cuenta las dimensiones de las piletas y de la estancia contigua. Todo indica que las estructuras se extienden en dirección norte y existe la posibilidad de que terminaran uniéndose con las piletas que quedaron visibles durante las obras del parking de la Gran Vía enfrente del Palacio Autonómico. Desconocemos si, como ocurre a mediados del siglo II d.C, se definen unos límites precisos, mediante muros de gran porte, que integrarán las distintas cetariae altoimperiales, o incluso si estamos ante un único complejo industrial. La presencia del M-322 al oeste del conjunto del piletas y siguiendo la misma orientación y alineación que el muro de cierre meridional del conjunto industrial altoimperial permiten sostener la hipótesis de que existía un muro que delimitaba al sur el inicial complejo salazonero de Septem Fratres”.

La gran factoría alcanzó su cenit productivo en el siglo III d.C. Esto era un dato que ya conocíamos gracias a anteriores investigaciones arqueológicas. “Lo hallado en la calle Jáudenes, y en concreto la localización de la extensa y rica, en términos de cultura material, vuelve a reforzar este planteamiento histórico-arqueológico”, defiende Pérez Rivera.

La historia continúa

La calle Jáudenes y sus alrededores, Gran Vía, plaza de África, la Catedral, antaño mezquita son parte de un conjunto que concentra toda la historia de Ceuta y que, desgrana el informe de José Manuel Pérez Rivera, acumula varias décadas de hallazgos: “Precisamente en las escalinatas que salvan el desnivel entre la Plaza de África y la entrada de la Catedral de la Asunción aparecieron los primeros materiales de época romana hallados en Ceuta (Posac Mon, 1981). Su descubridor,  el añorado investigador y arqueólogo Carlos Posac-, identificaría, poco tiempo después, un primer conjunto de piletas de salazones durante las obras de construcción del Parador Nacional “La Muralla”. Los materiales recuperados en los alrededores de estas piletas permitieron datar el comienzo de la actividad de este complejo haliéutico en el siglo I d.C”.

Los siguientes conjuntos de piletas –explica el informe- aparecieron durante la construcción del aparcamiento subterráneo de la actual Avenida Alcalde Sánchez Prados, pero de ellos sólo tenemos noticias por las fotos tomadas por algunos investigadores locales, como Juan Bravo (Bravo Pérez, Hita Ruiz, Marfil Ruiz y Villada Paredes, 1995: 439- 454). No pudieron excavarse ni recuperarse materiales que permitan conocer su cronología. La fase de la arqueología ceutí de mera recuperación de materiales arqueológicos en los solares ceutíes terminó, precisamente, en el año 1986 y en el solar contiguo al tramo 3 de nuestra intervención arqueológica en la calle Jáudenes (Fernández Sotelo, 2008). A esta primera actuación arqueológica siguieron otras por el mismo equipo del Dr. Fernández Sotelo, en el Llano de las Damas y la Gran Vía. En esta última excavación del año 1987 aparecieron los primeros restos de la basílica tardorromana (Fernández Sotelo, 2000)”.  “Mientras proseguían los trabajos de excavación de la basílica tardorromana, el equipo de investigación “Poblamiento y territorio durante la época romana” de la Universidad de Granada emprendió, a partir del año 1989, algunas intervenciones arqueológicas en la zona ístmica de Ceuta (Hita Ruiz y Villada Paredes, 1994; Villada Paredes e Hita Ruiz, 1992 : 1207-1240). Una de las principales conclusiones de estos trabajos fue la determinación de una fase de expansión del complejo salazonero primigenio, situado en el entorno de la Plaza de África, a partir de mediados del siglo II d.C. Este gran complejo industrial ocuparía buena parte del istmo y alcanzaría su máximo apogeo durante el siglo III d.C. El resto del material cerámico está compuesto, en su mayoría, por fragmento ánforas. Las formas más habituales son la Keay XIX y la Almagro 51C y algunos tipos de ánforas africanas y orientales”.

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