Tarajal, el laberinto cambiante
Un grupo de porteadoras acampadas en el antiguo puente del Biutz
Un grupo de porteadoras acampadas en el antiguo puente del Biutz

“Vengo cada dos semanas y siempre me encuentro un escenario diferente”. Quien habla es un agente de la Guardia Civil, plantado en el acceso a los Polígonos del Tarajal, oteando la N352 y su lamento evidencia que todas y cada una de las medidas –legales o policiales- tomadas en los polígonos de la frontera han sido superadas por la realidad o esquivadas por quien se dedica al porteo. El entorno de las naves del Tarajal ha pasado de vivir atestada de porteadores, a registrar avalanchas y largas colas para, ahora, desviar el tráfico de mercancías por carretera, con centenares de coches que bloquean la N352.

Un colapso diario que conoce bien el taxista que lleva a Ceuta al Día al Tarajal: “El otro día traje a un cliente a las naves y me encontré con una cola como esta (son las 12.00 del mediodía y ya llega al cruce del centro de salud) y al intentar girar para arriba, hacia el Príncipe, que está prohibido, me pusieron una multa, ¿qué quieren que haga, que me pase todo el día en el atasco?”

Unos atascos que llevan repitiéndose diariamente más de un año. Antes eran las porteadoras invadiendo la calzada, antes las avalanchas… El paso de mercancías y porteadores por el Tarajal es un laberinto cambiante. Y el nuevo escenario es desconcertante.

Es mediodía y los polígonos del Tarajal están casi vacíos, restos de embalajes y cartón y ni rastro de porteadores cuando, en teoría, aún queda una hora de porteo pues el horario de Tarajal II acaba a las 13.00 horas. El paso de porteadores acabó ya hace hora y media. Y no se retomará hasta el próximo martes 22 de agosto, pues el lunes 21 es festivo en Marruecos.

En los polígonos solo quedan comerciantes esperando algún cliente, en general sin mucho éxito, los operarios de las naves almacén cargando algún que otro camión y ramilletes de porteadoras, un grupo de ellas acampadas entre las verjas del el antiguo puente del Biutz. Nabila, una de las más jóvenes, explica que no han podido pasar con mercancía por el Tarajal II -hoy estaba reservado al turno de hombres- y tendrán que volver por el paso peatonal convencional sin mercancía. Pero no se rinden, explica, y esperarán su oportunidad para intentar no volver con las manos vacías.

Una oportunidad que ya esperan centenares de vehículos que hacen cola desde primera hora de la mañana en el arcén de la N-352. Limitado el paso de mercancías y el número de porteadores , el porteo en coche es la única salida. Cargados hasta los topes esperan pacientemente a que la aduana marroquí abra la mano y deje entrar a los coches de los porteadores. “El jefe de la aduana es mala persona”, se ríe Nordin, vecino de Castillejos, que prefiere no decir qué lleva en su vehículo, repleto hasta en los asientos traseros. Él entró en Ceuta a las seis de la mañana. Son las doce y calcula que le quedan cuatro o cinco horas más de espera. Cincuenta metros más atrás en la cola está Mohamed -tal y como sonríe seguramente no se llama así- , él es ceutí y viene cada mañana a eso de las diez. “Cargo y vengo cuanto antes, y a esperar”. La respuesta de ambos a cuánto cobran es la misma: silencio.

Es la una del mediodía y la cola de coches aparcados en el arcén de la N352 no deja de crecer y roza ya la Almadraba. “No sé ni de donde salen tantos coches, te despistas y ya está montada”, suspira el agente de la Guardia Civil con el que abríamos esta crónica, consciente de que, dentro de dos semanas, cuando vuelvan a destinarle a Ceuta, el escenario habrá vuelto a cambiar.

Tarajal, el laberinto cambiante


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