Este lunes los voluntarios y responsables del Banco de Alimentos en Ceuta apenas sí habían comenzado a clasificar y pesar las 38 toneladas de comida logradas durante la gran recogida de alimentos que desarrollaron durante el fin de semana. En el garaje que ocupan en Loma Colmenar seguían recibiendo aún palés de comida de Supersol y Lidl que aún quedaban por llegar.

Esas 38 toneladas darán para “tres o cuatro meses” calcula Enrique. La entidad da de comer a 3.470 personas que acuden a pedir comida a los locales de Cáritas en San José y San Juan de Dios, a Luna Blanca, a Septem Solidaria y a Adoratrices. Son, dicen, la mitad del total que tienen que acudir a la beneficiencia en Ceuta. Unas 7.000 personas en total. En el otro lado de la recaudación de solidaridad en forma de comida no perecedera, Cruz Roja, para suministrar alimentos básicos a otras 3.500 personas.

Lo peor, indican tanto Lucio como Enrique, la gente joven que “muchos quieren ser voluntarios nuestros y echar un cable con tal de quitarse de la calle, además es que te lo dicen así”.

La falta de trabajo es lo que ha empujado a muchas familias a tener que acudir a estas asociaciones y a estas ayudas. La dignidad se pierde rápido y no hay porqué, recuerdan desde el Banco de Alimentos, que han habilitado un despacho aparte para atender a los que llegan a pedir ayuda sin que pasen vergüenza, a pesar de que ellos no dan comida directamente. Ellos sólo suministran a esas cinco entidades cajas entera de entre 300 y 400 kilos para que después sean ellas las que lleven un registro y un control de a quienes le entregan la comida.

Se trata de evitar duplicidad de ayudas y desperdiciar un solo kilo de arroz para que nadie que tenga necesidad acabe pasando hambre y se le niegue la ayuda.

Desde el Banco de Alimentos reivindican su labor y lo hacen en forma de petición a la Ciudad Autónoma. Necesitan un local digno. El garaje que ocupan en las VPO de Loma Colmenar se les ha quedado pequeño. El techo bajo, propio de un garaje de protección oficial impide al torito que les han regalo operar en la mitad del espacio, lo que dificulta el trabajo, haciéndolo más pesado de forma literal.

Quieren otro espacio más acorde a sus necesidades que son al fin y al cabo las necesidades de nada menos que 3.500 personas en Ceuta, la ciudad que soporta el mayor índice de pobreza de todo el país.

A pesar del mal tiempo, la buena cara de los responsables y voluntarios es patente. El pasado fin de semana la sociedad se volcó con su labor y recogieron casi el doble de las previsiones más optimistas. “El objetivo eran 16 toneladas, con suerte 20”, dice Enrique que califica la respuesta de sus vecinos de “barbaridad”, en positivo claro.

Para Lucio, como para Enrique y los 182 voluntarios que participaron el fin de semana en la recogida la respuesta es un estímulo para seguir robándole horas a la familia y entregándoselas a los que peor lo están pasando en estos momentos. Destaca la importante aportación de alimentos infantiles recogidos, algunos de ellos especialmente caros e inaccesibles para muchas familias sin recursos, pero con bebés.