La Asociación Española de Familias de Personas con Sordoceguera ha salido a la calle para celebrar su Día Internacional, la oportunidad para mostrar su trabajo diario y, sobre todo, visibilizar la sordoceguera. Y es que, quizá tan solo el pavor que supone la sola idea de ser sordo y ciego hace que les ignoremos, que no queramos siquiera imaginar cómo es su vida. “Por eso hoy salimos para recordarles que estamos aquí”, explica con una sonrisa María del Carmen Rosino.

Llevan más de una década trabajando por los sordociegos ceutíes y sus familias, pero aún necesitan visibilizar su existencia, “afortunadamente somos muy pocos y la sordoceguera es muy poco conocida” y además, explica, suele estar asociada a otras discapacidades.

Pero es precisamente del concepto de discapacidad del que quieren huir para centrarse en sus capacidades. Y es que si bien no poseen los dos sentidos más importantes, la vista y el oído, han desarrollado los otros tres hasta límites que no alcanzamos a comprender quienes disfrutamos de los cinco. “Muchos se visten solos, comen solos o incluso van al colegio solos, hay maestros, abogados…”, explica recordando la película ‘El Milagro de Ann Sullivan’ donde se relata la historia de Helen Keller, sordociega que logró ser escritora, oradora y activista política sordociega estadounidense.

Sin llegar, todavía, a los niveles de Keller, los usuarios, con ayuda, realizan las manualidades que vende Apascide en su stand. Una actividad más de una asociación que busca afianzarse definitivamente para seguir con la sensibilización, una labor “que no se acaba nunca”, apunta Rosino.

Pero, poco a poco, los sordociegos van ganando visibilidad. Este mismo año la Organización Nacional de Ciegos (ONCE) está popularizando un bastón rojo y blanco que identifique a las personas sordociegas.