Sea por que la feria anima a vivir la noche, o que el Levante aprieta y empuja a buscar la calle, el caso es que los ceutíes atestaron las aceras al paso de la Cabalgata de las Fiestas Patronales, presidida desde sus tronos desechables por las tres reinas de 2016: Joana Pérez (Reina infantil), María Pino (Reina juvenil) y Margarita Rodríguez (Reina de Reinas de esta Feria), las tres vivían el momento más esperado de su corto reinado de seis días.

Seis carrozas, tres de ellas para las reinas, dos bandas de música y dos espectáculos de pasacalles, uno con enormes avestruces, con cierto aire a Caponata, y una gigantesca planta venenosa, pariente lejano de la protagonista de La Tienda de los Horrores; y no menos gigantescos eran las fieras selváticas que los precedían, un tigre, un león y un rinoceronte hinchables que se bamboleaban escoltando a las Reinas, la infantil acompañada por un cisne; la princesa Frozen para la Reina Juvenil, y una fornida sirena para la Reina de Reinas. Y entre medias los todoterreno de Protección Civil remolcándolas y, de paso, restando glamour.

Todos envueltos en un festival de cacofonía en el que se cruzaban las canciones que salían a todo volumen de los altavoces de cada batea, logrando que en apenas veinte metros sonaran sevillanas, Frozen, Peret, me gustan las mujeres me gusta el vino, y Yann Tiersen. Una mezcla imposible que trasladaba a l aplaza de África el caos sonoro que se vive cada noche en la Feria. Sólo los pasacalles a cargo de la empresa Brotons Cabalgatas y Disfraces, con sus espectáculos sobre fauna exótica y circo que abrían la cabalgata llevan una música uniforme que acompañaba sin perturbar las neuronas de nadie. Tras de sí el paisaje sonoro era bastante menos uniforme.

Así, lentamente, cerrando el denso tráfico a su paso, recorrió la Cabalgata el kilómetro que separa las Murallas Reales, punto de partida, y el Real de la Feria, la Cabalgata inauguraba oficialmente la segunda noche de la Feria 2016.

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