La comunidad musulmana celebra en familia su día grande, la Pascua del Sacrificio

La comunidad musulmana celebra en familia su día grande, la Pascua del Sacrificio

- Vecinos del Príncipe denuncian que no tienen agua en las carpas instaladas por la Ciudad, mientras en otras zonas denuncian que no han tenido suministro hasta mediodía y “sólo un hilillo”

- Muchas familias aún prefieren sacrificar sus corderos en casa para evitar desplazarse hasta las carpas

- Protección Civil impide tomar imágenes de la zona destinada a mujeres, “por respeto”, siguiendo instrucciones de la Unión de Comunidades Islámicas


Media Ceuta disfruta este lunes de un día de asueto a mediados de septiembre, a modo de tregua en el inicio de curso, mientras la otra mitad, la comunidad musulmana, celebra por todo lo alto su día grande, la Pascua del Sacrificio, el Aid El Kebir.

Una festividad que, como cada año desde hace casi una década, comienza con la Musal-la, el rezo colectivo al aire libre con el que los fieles dan gracias “por su día más grande”, como ha subrayado Laarbi Mateeis, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta (UCIDCE). Un rezo oficiado por el imam Abdulhakim El Mhassani, de la mezquita Annoor de Ceuta, licenciado en Teología y Estudios Islámicos por la Universidad de Tetuán, y con el visto bueno del Ministerio de Asuntos Islámicos de Marruecos y del Ministerio de Interior de España, ha apuntado Mateeis.

En su jutba (sermón), más breve de lo habitual años atrás, El Mhassani ha recordado que “Dios prohíbe derramar ni una gota de sangre, las invasiones, la opresión y el abuso y las matanzas” y ha exhortado a la unión de todos los musulmanes.

Durante el acto, celebrado en Loma Margarita y donde se han reunido alrededor de 2.000 personas, no ha sido posible tomar imágenes de la zona reservada a mujeres. Protección Civil, siguiendo instrucciones de UCIDCE, ha instado a los medios gráficos a no fotografiar a las mujeres presentes, “por respeto”, ni tampoco acceder a la zona.

Fiesta en familia

Son apenas las diez de la mañana y el día no ha hecho sino comenzar. Es el momento de que el cabeza de familia sacrifique un cordero siguiendo la tradición del Eid al Adha o Aid al-Adha (Celebración del sacrificio) o Aid-al Kebir (Fiesta Grande) que conmemora el pasaje recogido tanto en la Biblia como en el Corán, en el que Ibrahim (o Abraham) acepta sacrificar a su hijo como acto de obediencia a Dios, momento en el que Dios intervino para ofrecerle un cordero para que sacrificara a este animal en lugar de su hijo.

Una obligación que ha de cumplir cada familia y que tiene su precio, entre 180 y 190 euros el borrego. Cuántos corderos y cómo los sacrifican depende de cada familia y sus posibilidades. Muchos, la mayoría, lo hace en las carpas habilitadas por la Ciudad, el resto prefiere hacerlo en casa, en familia, aunque para ello hay que tener un patio, un garaje o vivir en una calle poco transitada. Es el caso de las familias Dudoh y Maimon. Ya han sacrificado tres, pero les quedan otros veinte por degollar y despellejar. Son muchos, apunta, pero, además “hay vecinas que no tienen marido o que no tienen hijos mayores que lo hagan y lo hacemos aquí, somos familia más que vecinos”, explica el cabeza de familia de los Dudoh. Casi puerta con puerta, la familia Ktami tiene ya en espero sus cinco corderos. Por allí corretea una docena de chavales de todas las edades, todos vestidos de domingo

Sin agua en la carpa del Príncipe

Por las calles del Príncipe no cabe un coche más, casi imposible encontrar un hueco en el que dejar el vehículo. Familias enteras con sus mejores galas suben al barrio a celebrar el Día Grande, aunque no todo son sonrisas. En la carpa instalada en la barriada por la Ciudad hay más de un ceño fruncido y muchas quejas esperando al reportero.

“No hay agua, ha tenido que poner la manguera un vecino, no hay derecho”, se queja una vecina que prefiere no dar su nombre porque “todo se sabe”, pero insisten en que “así no se hacen las cosas, que votamos como los demás, el año pasado nos pasó lo mismo”.

Quejas similares se repiten en otras carpas, en las que sí tienen agua, “pero sólo un hilillo”, señala Samira, en la Estación de Ferrocarril “y dos mangueras para todos”. A su lado, Sora, la abuela de una familia muy numerosa está indignada: “Soy hija de Ceuta, hija de militares y a esto no hay derecho, han dado el agua a las once de la mañana, no es normal”. Las protestas incluyen también la limpieza: “No lavan la acera ni la carretera, ni desinfectan antes de poner la carpa, después sí, pero antes no.”

El tamaño de las carpas no ayuda. “Este año son más chicas, y sólo hay una, y todo por ahorrase cien euros en la contrata”, ironiza un chaval señalando que sólo hay una barra para colgar el cordero después de sacrificarlo para poder despellejarlo, “con toda la gente que hay”. Una falta de espacio que obliga a hacer cola y esperar, ralentizando el proceso. “Se nos echa el tiempo encima”, lamenta Sora, quien tiene por delante mucho que cocinar.

“El Vivas sólo se gasta dinero en las luces de Navidad”, se queja Fati. “Menos estatuas y más para la gente”, zanja Samira.

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