Paco Antonio: uno de los grandes

- El diputado nacional por Ceuta "materializa" en este escrito "un dolor inmenso por la frescura de la herida y por la conciencia inapelable de la enorme pérdida" tras la muerte de González Pérez

- "Fue uno de esos fenómenos mágicos que produce nuestra tierra. Alguien", recuerda Márquez, "al que el destino llevó allende el Estrecho y que con esa travesía vio cambiado su propio destino"

“Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma tan temprano”. No conozco lamento más profundo en castellano que éste que dirigía Miguel Hernández a su amigo del alma Ramón Sijé con ocasión de su muerte.

Un lamento hondo, impotente, de frustración y de pena negra. Solo es posible comprenderlo cuando el destino nos arrebata a alguien querido y especial. Así me siento en estos momentos. Se ha ido Paco. Se ha ido. Después de luchar como un jabato herido su cuerpo, que no su alma, no ha podido más. Nos ha dejado rotos de dolor y de rabia. Huérfanos de su compañía. Frustrados por no poder tenerle más entre los que le queríamos.

Duele el alma hablar de él en pasado. No parece real. Hasta el último día pensábamos que su naturaleza, esa fortaleza asombrosa que le inyectaba vitalidad a raudales, haría su trabajo y nos lo devolvería una vez más. En él hasta eso parecía normal. No pudo ser. Quizás él también se merecía poder descansar. Quizás sea eso.

No son estos párrafos una expresión al uso. Son la materialización de un dolor inmenso por la frescura de la herida y por la conciencia inapelable de la enorme pérdida.

Quienes le conocimos bien y le disfrutamos sabemos cuánto perdemos. Y sabemos también lo que Ceuta pierde. Paco fue un hijo adoptado por Ceuta porque él le demostró su amor a mansalva. Fue uno de esos fenómenos mágicos que produce nuestra tierra. Alguien al que el destino llevó allende el Estrecho y que con esa travesía vio cambiado su propio destino. A partir de ese momento se transformó con la fe del converso en el más arduo luchador por los intereses de nuestra tierra. Con pasión y con convicción. Dentro y fuera.

Tiempo habrá para glosar su memoria pero no puedo dejar de mencionar su prolongada batalla en Madrid por conseguir la mejor de las opciones para nuestro acceso a la autonomía. Una batalla no siempre reconocida pero a la que debemos gran parte de los éxitos conseguidos en los últimos años. Fue un trabajador incansable allá donde estuviera. Un gran forjador de equipos y lealtades. Sus ganas de vivir, contagiosas siempre, impulsaban y levantaban su cuerpo aún en los peores momentos y con ellas nos hacía pensar que todo era posible. Hombre de principios, quizás aquel que más a gala ejercía en todo momento era la lealtad para con los suyos. Si Paco te consideraba su amigo significaba que podías contar con él para siempre y en todo tiempo o lugar.

¡Cuánto le echare de menos!. Allá donde esté tengo la seguridad de que le estarán recibiendo con los brazos abiertos. Con fiesta. Como se recibe a los grandes.

Adiós amigo. Ya nos faltas. “Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.”

Paco Antonio: uno de los grandes


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