El día de la Merced, 24 de septiembre, es el día de los funcionarios de prisiones y también el día en que se da esa extraña eventualidad de que algunos políticos entran en la cárcel, al menos al patio exterior, aunque eso sí, no lo hacen para quedarse, tan sólo para participar en las celebraciones que conmemoran la festividad. El de este 2014 en Ceuta sirvió para que se reconociera la labor de un puñado de funcionarios que han destacado a lo largo del curso anterior y también para conocer que la prisión de los Rosales está a tope.

De las 250 plazas que tiene disponibles el centro, según confirmó su director, Francisco José Delgado, los Rosales suele tener ocupadas entre 230 y 250, aunque otros funcionarios veteranos en la plaza apuntan que en ocasiones se ha estado por encima de las 300 plazas.

Con ese día a día de saturación encima no es extraño que el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, incluyera en su discurso una referencia a la nueva prisión que se sigue construyendo, cual Escorial, en los confines de Ceuta, en la zona de Piniers y Mendizábal. La Nueva prisión no estará abierta hasta el año 2016, sin que González haya especificado si pensaba en enero o en diciembre de ese año. Sea como fuere, de cumplirse esa previsión acumulará nada menos que tres años sobre el plazo de tiempo previsto que optimistamente los responsables de la obra aseguraron allá por 2011 que cumplirían. La nueva prisión debió haberse abierto al público el año pasado y se prometió ayer para dentro de dos.

Ni se han dado demasiadas explicaciones sobre el retraso hasta la fecha, ni tampoco parece que se vayan a dar, a pesar de que en el ámbito nacional y desde los órganos competentes en Instituciones Penitenciarias en Madrid se ha dejado escapar recientemente información que a punta a que muchos de los proyectos de prisiones nuevas permanecen paralizados, con algún caso en el que se han terminado las nuevas celdas sin que se hayan abierto a los reclusos por falta de presupuesto.

En los discursos tras los reconocimientos a los funcionarios que han destacado el pasado curso o lo largo de toda una carrera se apostó de forma decidida por la reinserción de los prisioneros, tanto en la boca del director del centro como del delegado del Gobierno.

“Sin reinserción devolveríamos a la sociedad a personas que son un peligro para nuestra seguridad”, zanjó Delgado.

“Concluida su responsabilidad por el delito que cometieron, volverán a nuestras las calles, y sólo, en la medida que les hayáis dotado de la capacidad para hacer frente a la nueva realidad dentro de la Ley, habréis logrado transformar a un enemigo de nuestra seguridad en un activo que mejore la convivencia con su aportación constructiva. Porque de poco sirven o servirán las penas impuestas por las sentencias dictadas si no sois, SI NO SOMOS CAPACES de generar una de esperanza y así transformar el confinamiento en una oportunidad para superar las carencias que llevaron al penado a delinquir”, abundó el delegado del Gobierno.

Una apuesta por la reinserción que contrasta con el legado que deja el saliente ministro de Justicia, compañero de filas de González Pérez, que ha incluido por primera vez en democracia dentro de las penas a aplicar la cadena perpetua revisable.

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