Este cambio de hora hará que la primavera se haga sentir en el horario solar y forma de una directiva que se empezó a aplicar desde 1943 y que afecta a todos los países de la Unión Europea pensada  para aprovechar mejor las horas de luz y ahorrar electricidad.

Dos veces cada año, el último domingo de marzo y el último de octubre, todos los europeos ajustan los relojes para cumplir la directiva, lamentando que pierden en primavera una hora de su vidas que les devolverán en otoño. El cambio de hora es la señal horaria del fin del invierno y la entrada de la primavera, que durará 92 días y 18 horas, hasta el 21 de junio, fecha de inicio del verano.

Según las autoridades, la mejora de las tecnologías de iluminación ha mitigado el impacto del cambio de hora sobre el consumo de energía, pero ha defendido que el aprovechamiento de la energía del sol como medida de ahorro y eficiencia energética "presenta todavía un gran potencial de crecimiento a través de soluciones como el autoconsumo fotovoltaico".

Este cambio horario es parte de una directiva europea que afecta a todos los Estados miembros de la Unión y que pretende aprovechar mejor las horas de luz solar y consumir menos electricidad. Habitualmente el último domingo de marzo y el último de octubre los europeos ajustamos los relojes para cumplir la directiva comunitaria 2000/84/CE.

Para determinar el momento de los cambios horarios se tuvo en cuenta el hecho de que en España existen dos horas oficiales, una para la Península, las ciudades autónomas y el archipiélago balear y otra para Canarias, que va una hora por detrás desde 1922. Este cambio se aplicó por primera vez durante la I Guerra Mundial para mantener abiertas las fábricas una hora más.

Fue en el año 1943 cuando España decidió adelantar los relojes 60 minutos. Algunos expertos aseguran que aquel “gran error histórico” explica que en la Península se coma y se cene más tarde que en el resto de Europa.