El portavoz de Caballas en la Asamblea, Mohamed Ali, ha propuesto este miércoles por escrito al Gobierno de la ciudad que una de las calles de Ceuta lleve el nombre de Abdeselam Hwidar, "imán de la Mezquita Muley El Mehdi de Ceuta durante 67 años enseñando Islam y educando en la convivencia interconfesional".

En su escrito, Ali pide que la Comisión Informativa creada en el seno de la Consejería de Educación y Cultura estudie su propuesta atendiendo a que "las enseñanzas, trayectoria y lucha por la convivencia en Ceuta" hacen a Hwidar acreedor a un reconocimiento público de esta naturaleza.

El Pleno de la Asamblea aprobó hace tres años la Ordenanza Reguladora de la Nomenclatura y Rotulación de Vías Urbanas de Ceuta. El texto establece que cualquier institución, asociación o particular tiene la capacidad de instar a la Ciudad a dar un nombre a una vía. Los criterios pasan por que el nombre sea “adecuado, claro y breve para facilitar un uso general y habitual” y que tenga un carácter homogéneo, atendiendo a la nomenclatura predominante en la zona en la que se ubique la vía.

Solo con carácter excepcional se puede denominar a una calle con el nombre de un personaje vivo y para ello deberán concurrir “méritos y prestigio suficientemente acreditados y reconocidos” o que el personaje haya contribuido a enaltecer y honrar el nombre de Ceuta. De modo general, las calles llevarán nombres de personas después de fallecer y tras “un tiempo prudencial en el que se permita valorar su oportunidad y conveniencia”.

El texto establece que “cada vía pública ostentará en todo su trazado un solo nombre, a menos que varíe su dirección en ángulo recto o esté atravesada por un accidente físico, otra calle más ancha o plaza que modifiquen su trazado de tal manera que convenga considerar cada tramo como una calle distinta”.

Las denominaciones deberán ser “cortas, claras e inconfundibles”, utilizándose el nombre y un apellido o los dos apellidos sin nombre, precedidos de la profesión “si ésta supone una mayor identificación”. El uso de nombres propios en idiomas distintos del castellano solamente se aceptará si “la fonética o pronunciación no se diferencie demasiado de su ortografía” para que “no resulte dificultosa su adaptación y uso por los ciudadanos”.