El sector de la hostelería reclama al Gobierno lo prometido: una ordenanza más eficaz

El sector de la hostelería reclama al Gobierno lo prometido: una ordenanza más eficaz
Una tapa y una caña con vistas al mar en una terraza del Recinto

- Quieren llevar los horarios de las terrazas a la 1.30 horas en invierno y las 2.30 horas en verano, como en Madrid y como les prometió Román antes de las elecciones

- El gremio denuncia la arbitrariedad y falta de criterios claros en todos los estamentos gubernamentales que intervienen para conceder una licencia mientras el titular de Fomento dice que la normativa "no es de la que más le preocupa"

- Algún hostelero ha tardado dos años en conseguir una licencia de terraza y ha realizado hasta tres proyectos distintos siguiendo las instrucciones de los técnicos


En tiempos políticos convulsos y con la unidad de España manejada como factor pluri-político conviene aferrarse a lugares comunes indestructibles de la idiosincrasia patria (sea de las dimensiones que sea). Y ahí aparece incólume, cuasi indestructible, el costumbrismo, mucho más que una costumbre, de sentarse con los amigos, los socios y hasta los enemigos si hiciera falta alrededor de una mesa en una plaza de cualquier pueblo de la piel de toro para arreglar diferencias, el país, celebrar un divorcio, una boda, ligar o simplemente ver pasar el tiempo y “echar abajo los días”, que decían los castizos; pero, eso sí, hacerlo en compañía y con una bebida, ya sea caliente o fría, con hielo o con leche, con o sin alcohol o directamente con comida.

Y hasta ahí, como en tantas otras cosas, Ceuta también tiene sus peculiaridades. El sector hostelero con dos centenares de empresas y un millar de empleos según el último informe del difunto Consejo Económico y Social (2011, pág 66), anda revuelto, enviándose mensajes que anuncian una movilización como la que llevaron a cabo cuando desde el Ayuntamiento se pensó en imponer unas tasas a las terrazas que ponían en riesgo que muchos negocios cuadraran gastos con ingresos. La Hostelería local echa humo. Hierve el chat que agrupa a unos cuántos empresarios en el que se leen un día sí y otro también llamadas a movilizarse para exigir al Gobierno local que cumpla con lo prometido y revise a fondo la ordenanza de terrazas y veladores con dos objetivos claros: ampliar los horarios en los que pueden los ceutíes sentirse españoles sin lugar a dudas y consumir en los establecimientos con vistas a la calle y acabar con la arbitrariedad de la autoridad a la hora de conceder o no una licencia de terraza que provoca la falta de claridad y de agilidad de la Administración en los trámites para hacer real lo que recoge el papel. En definitiva quieren una nueva ordenanza más eficaz.

Y mientras todo eso se está cociendo en las cocinas del sector y se agita en las cocteleras, el actual consejero de Fomento, Néstor García, responsable de abordar la renovación de la ordenanza que prometió su predecesora y hoy compañera en el Consejo de Gobierno, Susana Román, no parece preocupado por la ordenanza y por el apremio del gremio que mantiene el 5 por ciento de los empleos de la ciudad, el 10 por ciento si se descuenta al sector público, en cifras aproximadas. “No es una de las ordenanzas que más me preocupa. Está bien, permite que todo el que quiera y cumpla los requisitos que se prevén pueda montar su terraza y trabajar”, ha asegurado García.

El gremio no lo ve igual. Este mensaje sobre lo que ha prometido el actual consejero de Fomento se lee en un chat que mantienen abiertos los hosteleros para comunicarse: “Dice que no consigue que ningún técnico de Medio Ambiente o Fomento le dé cobertura en la ampliación de horarios. Sabe que tenemos que forzar otra movilización para que el Consejo de Gobierno quiera hincarle el diente a esto porque está acojonado con Pepe Ávila”.

y lo que sigue son algunas de las respuestas que a raíz de ese mensaje de la pasada semana se sucedieron en el chat:

“Creo que teníamos que montar la misma en el Ayuntamiento que es lo único que los hizo reaccionar”.

“Si de esta manera nos van a hacer caso… Pues a liarla”.

“Dispuesto a lo que sea”.

“Pepe Ávila ha provocado un daño colateral a todos y ha jodido la plaza”.

“(…)Si no nos movemos todos, no se consigue nada”.

“Lo tiene clarísimo, no van a mover nada hasta que la liemos”.

“Pues entonces a qué estamos esperando”.

Los propios hosteleros defienden en la conversación el derecho a conciliar el descanso de los vecinos, pero creen que la intermediación del Gobierno, que es a quien compete poner orden y delimitar los derechos de unos y otros, ha sido nefasta para el sector y se ha manifestado decididamente débil a la ahora de tratar con los vecinos, concretamente con el vecino, con Pepe Ávila, presidente de la Asociación Contra el Ruido de Ceuta (Ascorce), la asociación creada quién acaba de ganar un juicio a dos de los locales de la plaza de Teniente Ruiz que supondrá para él una indemnización de unos 25.000 euros y que elevará el coste para los dos negocios a cerca de los 30.000 euros al sumarle los gastos judiciales.

La debilidad del Gobierno, calificada con palabras más gruesas por los hosteleros, viene atribuida en parte, según los propios empresarios a esa presión que ha ejercido el vecino de Teniente Ruiz.

“Si tiene la Ley de su parte hasta que no se cambie la Ley poco podremos hacer (…) El punto es que si la ordenanza dice que hay que cerrar a las 00.00 horas, no podemeos enfadarnos con él si llama a la policía a la una. Está en su derecho”

“Lo que hay que cambiar es la ordenanza”.

“Yo creo que no se debe confundir el derecho de un ciudadano que con sus ahorros de su vida se compra un piso, y resulta que no puede vivir cómodamente, porque alguien gana dinero en un negocio, bien, lo que está mal es que un ejecutivo sea incapaz de dictar unas ordenanzas delimitando los intereses de unos y otros, no soy amigo personal de él, pero entiendo que las reglas están para cumplirlas y si hay que cambiarlas pues adelante, pero la culpa es de la casa grande de Gran Vía…”, sintetiza otro mensaje.

Demandan horarios más amplios

Uno de los empresarios que más claramente aboga por cambiar la ordenanza es precisamente el único en la plaza del teniente Ruiz con todos los papeles en regla para sacar las mesas a la calle, Nicola Cecchi. El hostelero sabe que tiene que literalmente “levantar” a sus clientes a las 11 de la noche en invierno y a las doce en verano. Un horario que le parece “muy restrictivo”.

Desde la Cámara de Comercio, su presidente y también hostelero, Karim Buláix, pone en contraposición ese horario restrictivo con la aspiración de Ceuta de ser una ciudad de turismo, que dé servicios y vincule las visitas al comercio, y por tanto, a la hostelería. “¿Cómo vamos a vender en FITUR o a ofrecer turismo de compras, de restauración y copas si a las 12 de la noche tenemos que levantar a nuestros clientes?¿No presumimos de tener un buen clima 340 días al año? No tienen ningún sentido. El sector es de los que más puestos de trabajo genera en la economía local. La ordenanza no está actualizada y hay que cambiarla: Las doce de la noche no es una hora lógica para levantar una terraza. Un pub no puede tener terraza… No tiene mucho sentido. A un cliente le levantas a las 12 de la noche, porque lo tienes que echar, y no vuelve”.

En idéntica línea va todo el gremio, Hugo Ruiz, del Restaurante Bugao: “Si queremos tener una ciudad turística, y es lo que se está intentando, ¿cómo vamos a limitar tanto el horario de terrazas? Somos lo único que está generando empleo. En Madrid las terrazas pueden cerrar a la 1.30 en invierno y a las 2.30 en verano”.

En Niza, Francia, ciudad también turística, buena parte de la hostelería se agrupa en una plaza la de Cours Saleya, cerca del famoso Paseo de los Ingleses, allí cualquier noche de primavera o verano las decenas de locales de hostelería atienden centenares de mesas y miles de sillas en terrazas que llegan a unir los dos lados de la plaza rectangular. En un país donde a partir de las diez de la noche es complicado que algún restaurante admita clientes nuevos, las terrazas sacan sus pantallas planas de 50 pulgadas a la calle, como durante el pasado mundial de fútbol donde el último partido terminaba a la 1 de la madrugada; o directamente organizan sesiones con un DJ que pincha en plena calle, como se puede ver en el vídeo. Algo impensable en Ceuta ni el día 24 de diciembre durante el mediodía.

Buláix recuerda el compromiso de Román para cambiar la ordenanza y ampliar el horario, recogido incluso de forma pública, ahora tras el cambio de puestos en el Gobierno, en general la sensación es que “se lavan las manos” y se van pasando la pelota de un departamento a otro, de Medio Ambiente (competente en ruido) a Fomento y así en bucle, pasando a veces por Hacienda.

Poner fin a la arbitrariedad

Otra queja recurrente en el sector sobre la ordenanza más allá de los restrictivos horarios es la falta de eficacia de la ordenanza, que es poco clara a la hora de regular cómo deben ser las terrazas y qué requisitos hay que cumplir, lo que acaba generando arbitrariedad y deja en manos de la autoridad el conceder o no la licencia; muy a pesar de lo que cree el consejero de Fomento que “cualquier que cumpla puede tener su terraza”, el gremio lamenta que a veces ni los técnicos de la administración se ponen de acuerdo en qué hay que hacer para cumplir con la ordenanza que regula las terrazas a día de hoy.

Hugo Ruiz lo ha vivido en primera persona: Comenzó los tramites para legalizar sus “ocho mesas con dos taburetes cada una encima de una acera” el 31 de diciembre de 2013 y culminó el proceso el día de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre, pero de 2015. Dos años menos tres días. “En Sevilla son 15 días lo que se tarda. Reciben 5 millones de turistas al año”, apostilla Ruiz., tras haber armado tres proyectos diferentes de arriba abajo para su terraza siguiendo siempre las directrices de la administración.

Por el camino dinero gastado, el que más suerte ha tenido ha invertido 3.000 euros en estudios de todo tipo, el que menos hasta cuatro veces más. “Cuando hablas con los técnicos de Fomento y crees que lo tienes claro viene la Policía y te dice que no, o los Bomberos, que no cumples, que no es como te han dicho en Fomento”, resume un hostelero. Fomento, Medio Ambiente, Bomberos y Policía Local tienen qué decir, y en general la sensación del sector es que rara vez sus criterios son coincidentes y están unificados. “A nosotros nos hicieron cambiar el equipo de música dos veces y al final el que teníamos al principio resultó que era válido”, relata otro hostelero.

Nicola Cecchi, con todo en regla, reconoce la arbitrariedad de la ordenanza y pone un ejemplo que no le afecta a él en absoluto para ilustrarlo: “Estoy completamente de acuerdo en que la ordenanza tiene muchas deficiencias y genera arbitrariedad”, lo que para él, acaba por generar “competencia desleal”. “Se puede obtener licencia de terraza aunque sea cruzando la calle siempre y cuando no haya mucho tráfico, pero ¿quién decide cuánto es mucho tráfico?”.

A ojos de la ciudadanía y del propio sector llama la atención como mientras algunos tienen problemas para legalizar sus terrazas en zonas peatonales o en aceras, otros logran concesiones para invadir la carretera, zona azul o de aparcamiento, para instalar pérgolas y poner mesas a ras del paso de los vehículos. “Son completamente legales y tiene todo en regla”, ha confirmado García, al consejero de Fomento, le “gustaría que hubiera muchas más como esas dos” (Pacho y Las Balsas).

En el caso de las terrazas en las zonas de estacionamiento de vehículos junto a la acera, algo muy común por ejemplo en Melilla, además de la Policía Local, de Bomberos, de Fomento y de Medio Ambiente (se exige un estudio de ruidos), entra en juego también AMGEVICESA, que debe decidir qué es más rentable si hay zona azul. Con tantos departamentos de la administración con potestad para opinar sobre una terraza y en general sobre un establecimiento al final “si alguien quiere ir de manera caprichosa a cerrar un establecimiento puede hacerlo porque hay demasiados elementos variables y controvertidos”, ha lamentado Buláix.

Ruido

El presidente de la Cámara de Comercio pone incluso en tela de juicio el elemento que ha acabado por generar esta ‘crisis’ en el sector, el ruido. Así apunta que en la controvertida plaza del Teniente Ruiz, “durante meses el Gobierno permitió el botellón”, algo que generaba más ruido que los propios locales que al final cargaban con la culpa de algo que, lejos de ser de su responsabilidad, les perjudicaba hasta en la facturación.

“Ceuta es una ciudad muy ruidosa. Los estudios que se han hecho así lo han demostrado. Y en el tema del ruido no se suma. Si una terraza emite un nivel de ruido 5 y la calle tiene un nivel de ruido de 7, no es 5 más 7 igual a 12, sino que el ruido de la calle tapa al de la terraza. Eso ha pasado en algún que otro estudio de los que se han hecho, y al final lo ha acabado pagando el hostelero que emite menos ruido que el de la propia calle en sí”, apunta Buláix.

“No hay uniformidad de criterios y eso genera apatía”, sentencia Buláix. “Yo acabé desesperado después de dos años”, corrobora Ruiz. “A mí me han dicho que no me pueden dar la licencia de terraza hasta que no se resuelva la denuncia de unos vecinos, pero otros con denuncias ya tienen sus permisos”, ejemplifica esa falta de criterio uniforme y de arbitrariedad campante otro hostelero.

Lo único que hay a la vista es un estudio, “otro más”, para el que se ha recogido dinero en el presupuesto de 2016, tal y como explica el propio Néstor García para a partir de esa nueva auditoría plantear otra ordenanza distinta. El Gobierno ha aplazado hasta la reunión formal con el gremio que prometió hace meses para abordar el asunto, sin fecha a la vista.

Buláix, de vuelta al inicio, apunta que el problema no lo tiene sólo el sector de la hostelería, que lo sufre en su negocio, lo tiene también la ciudadanía, los ceutíes a los que más allá de los turistas, les gusta como a cualquier español disfrutar del ocio en su ciudad y sentarse con los amigos o con la familia a disfrutar del benigno clima mediterráneo en las calles de su pueblo a tomarse algo. “Hemos llegado a recoger hasta 3.000 firmas pidiendo cambiar la ordenanza”, señala Buláix.

Todos están convencidos que la ordenanza puede ser más permisiva y beneficiosa para el sector (200 negocios y más de 1.000 empleos) y conjugar además el merecido descanso de los vecinos.

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