Fotograma de una película dedicada a Óscar Romero

El Salvador ha reconocido su responsabilidad por la muerte del que fuera arzobispo de San Salvador, Óscar Romero. Este reconocimiento evidencia nuevamente la acción del Estado y diversas fuerzas políticas en la represión, las torturas y asesinato de muchos opositores. Los responsables de este Estado criminal siempre se han intentado amparar en las acciones terroristas de la guerrilla, confundiendo en consecuencia lo legítimo y lo ilegítimo, al que actúa conforme a la Ley con el que no.

Óscar Romero era un obispo de toda la vida. Un obispo que, tras el asesinato de un sacerdote cuyas cualidades conocía desde antiguo, abrió los ojos, y con sus homilías denunció una y otra vez que El Salvador se estaba convirtiendo en un estado criminal. Que la máxima jerarquía católica utilizase todos los medios a su alcance se hizo insoportable para quienes antes le iban a besar las manos, y decidieron su muerte.

Óscar Romero no era un obispo liberal. Su pensamiento era netamente conservador (nunca encontraron contra él objeciones doctrinales), pero no era ni mediocre ni cobarde. En una época que se atemoriza con cualquier cosa, el ejemplo de Óscar Romero que denunció la injusticia consciente de que le iba a costar la vida, sigue siendo tan válido como antes. Ejemplo que muchos nos siguen dando en un lado y otro del mundo.