Capilla Sixtina y otras tonterías


Capilla Sixtina y otras tonterías
Un señor que responde al nombre de John Hall ha dicho una de las grandes estupideces del verano, a mi juicio evidentemente. El titular de ‘El País’ decía: “Con las patentes no habría sido posible la Capilla Sixtina”. Una frase brillante y falsa. Evidentemente el sistema de patentes y de propiedad intelectual e industrial no [...]

Un señor que responde al nombre de John Hall ha dicho una de las grandes estupideces del verano, a mi juicio evidentemente. El titular de ‘El País’ decía: “Con las patentes no habría sido posible la Capilla Sixtina”.

Una frase brillante y falsa. Evidentemente el sistema de patentes y de propiedad intelectual e industrial no existía en la época de la Capilla Sixtina, por eso los creadores de la época sabían que no podían vivir de sus creaciones fueran artísticas, científicas o técnicas, de modo que tenían que buscar el mecenazgo de una institución con capacidad económica suficiente para mantenerlos mientras ejercían su ‘arte’.

El ejemplo de la Capilla Sixtina es claro: Miguel Ángel necesitó del apoyo financiero del Papado para esta obra y para otras muchas más. Miguel Ángel no podía vivir de sus creaciones. Las consecuencias del mecenazgo para lo que hoy conocemos como ‘Bellas Artes’ fue bastante bueno y nos da dejado grandes genialidades. Pero si miramos lo que el sistema de mecenazgo trajo en el plano científico-técnico vemos la desolación, quitando algunos artefactos para delectación de los mecenas.

El avance científico-técnico no se dio hasta que no fue rentable invertir en conocimiento de ese tipo (al fin y al cabo la estatua o la catedral las tenías y nadie se las llevaría fácilmente sin pagar). Hasta que no se creó un conjunto de normas protectoras de la creación intelectual e industrial no hubo apoyo financiero que buscaba, lógicamente, ganar dinero.

La protección de la propiedad industrial e intelectual ha sido la base sobre la que se ha edificado la revolución de las comunicaciones y desde luego no tendríamos las facilidades de las que gozamos si alguien no se hubiera podido lucrar con sus inventos.

No deja de ser curioso que el evento que invita a John Hall a hablar, donde dice que las patentes no sirven para nada tiene patrocinadores y no socios, es decir, está bajo el sistema del mecenazgo y no deja de ser un divertimento sin importancia para los que realmente quieren generar riqueza.


Filed under: Economía, Filosofía de la Ciencia, Historia, Internet
Posted originally: 2011-07-19 10:00:52

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