Que la idea de bien no te haga negar el placer


Que la idea de bien no te haga negar el placer
Hace tres meses que dejé de fumar. Mi trabajo me ha costado y, desde luego, me queda mucho por delante. Antes y durante la etapa más dura de este proceso leí algunas guías editadas para dejar de fumar pero no fue hasta que un buen médico y amigo me explicó qué me estaba pasando y [...]

Hace tres meses que dejé de fumar. Mi trabajo me ha costado y, desde luego, me queda mucho por delante. Antes y durante la etapa más dura de este proceso leí algunas guías editadas para dejar de fumar pero no fue hasta que un buen médico y amigo me explicó qué me estaba pasando y cuál era la mejor estrategia, no comencé a ver la luz.

En mi humilde opinión toda la literatura en forma de guías, folletos y hojas que leí no quería reconocer algo fundamental que debería ser el punto de partido. Para los fumadores, fumar es algo placentero y no fumar es displacentero.

Y sí, fumar es malísimo, no lo niego, pero como una drogadicción más uno se permanece porque el placer es fuerte y el displacer de dejarlo es peor aún. No sé si por una norma de corrección escrita, que no he encontrado, pero normalmente se obvia este dato fundamental a la hora de afrontar el proceso de dejar el tabaco y se intenta obviar con un montón de datos y pruebas sobre lo malísimo que es dejar de fumar.

Es difícil, a niveles tan básicos de la conducta, contrarrestar el placer o el temor al intenso displacer con el bien. Es por ello por lo que si no se reconoce que la persona que ha dejado de fumar está fastidiada, por bueno que sea su abandono del hábito fumador, el asunto comienza mal, muy mal. Quizá la mejor guía sea una que comience diciendo: ‘usted va a dejar de hacer algo que le gusta mucho y se va a sentir fatal por el hecho de dejar de hacerlo’.


Filed under: Geógrafo y sus cosas, Muy personal
Posted originally: 2011-07-06 11:00:50

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