Intensión y extensión en la conciencia religiosa colectiva y su reflejo en la conciencia religiosa individual


Intensión y extensión en la conciencia religiosa colectiva y su reflejo en la conciencia religiosa individual
El otro día Citoyen escribió una entrada muy sugerente sobre el Catolicismo en Francia. La diferencia que él observaba, y que muchos observamos, entre los católicos franceses y los católicos es que para los primeros ser católicos es algo serio y que se refleja en la cotidianidad de sus vidas, mientras que para los segundos [...]

El otro día Citoyen escribió una entrada muy sugerente sobre el Catolicismo en Francia. La diferencia que él observaba, y que muchos observamos, entre los católicos franceses y los católicos es que para los primeros ser católicos es algo serio y que se refleja en la cotidianidad de sus vidas, mientras que para los segundos ser católicos era algo que poco o nada condicionaba sus vidas que eran difícilmente discernibles de las vidas de los expresamente no profesan ninguna religión.

En 1994 dos profesores del Departamento de Sociología de la Universidad Pontificia de Comillas publicaron un estudio sobre qué era ser creyente en España. Las conclusiones del estudio eran demoledoras para la conciencia religiosa pues mantenían los autores que la inmensa mayoría de los españoles consideraban que ser creyente era una cosa muy diferente a lo que su confesión considera que es ser creyente (en este enlace tenéis un resumen del libro que a publiqué en este blog).

La diferencia entre el Catolicismo francés y el español para mi encuentra su explicación en dos opciones diferentes. Los franceses, desde hace muchísimo tiempo, saben que no pueden contar con el Estado para nada, por lo que decidieron explícita o implícitamente primar la calidad sobre la cantidad. En España normalmente la Iglesia ha contado con el Estado, de una forma o de otra, de manera que prefirieron la cantidad sobreentendiendo que la calidad llegaría con el número.

Es el clásico problema conceptual de la intensión y la extensión. Cuando definimos un concepto, cuantos más requisitos tenga éste, menos objetos entrarán en la categoría que el concepto crea; por el contrario si queremos tener una categoría muy amplia, entonces el concepto debe tener pocos requisitos. Esto último es lo que sucede con el Catolicismo en España.

En lo que no estoy de acuerdo con Citoyen, de todo lo que expone, es que el católico español sea un católico a la carta y que coja de esta confesión lo que le guste. Creo que el católico español es un católico cultural (en el sentido en el que Ortega definía ‘cultura’ como segunda naturaleza) y que considera que determinados ritos, costumbres  creencias son buenas no porque realmente esté convencido que lo sean, sino porque forma parte de la ‘normalidad’, de lo que es ser uno más y sentirse integrado en la sociedad.

Es por ello que los católicos españoles (que tienen sexo desde la adolescencia, no asisten a las liturgias de la confesión en la que dicen creer y que el magisterio pontificio le es más ajeno que un tratado de jurisprudencia persa) saltan desairados con temas como los crucifijos en las aulas y la enseñanza de la religión en los centros religiosos: porque para ellos eso forma parte de su ser menos consciente y más colectivo. A los católicos españoles que lo son por opción normalmente esas cosas les importan un pimiento porque ellos consideran que si su fe tiene valor no es por transmisión social sino por opción personal y que ésa sólo depende de ellos (y de Dios que para algo son creyentes).


Filed under: Celtiberia, Filosofía del Lenguaje, Francia, Iglesia Católica, Laicismo, Religión, Sociedad, Sociología
Posted originally: 2010-12-28 18:45:38

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