Durante años Kate Moss repartió su tiempo entre las pasarelas, las campañas publicitarias y las fiestas locas. Sin embargo, desde que casó hace casi un año, la supermodelo se ha vuelto muy formal. Moss es la última imagen de la firma Mango y sigue apareciendo en las portadas de las revistas, pero pasa mucho tiempo disfrutando de su refugio campestre junto a su marido, el músico Jamie Hince y su hija Lila Grace.

La noche del miércoles hizo una excepción y reapareció en el Hotel Claridge de Londres para recaudar fondos para Marie Curie Cancer Care, una asociación de lucha contra el cáncer. Esa noche, la top diversificó su trabajo. Comenzó subastando ante los ilustres invitados un retrato del cantante Rod Stewart pintado por su amigo Ron Wood, guitarrista de los Rolling Stone. La obra se vendió por 12.000 libras (15.000 euros).

Al acto también acudió el fotógrafo británico David Bailey, perteneciente a una generación, la de la vorágine creativa de los sesenta, que puso patas arriba la fotografía de moda y el retrato editorial. Suyos son, por ejemplo, unas magníficas instantáneas de Paul McCartney y John Lennon,  de Jack Nicholson o de la pareja Sharon Tate y Roman Polanski desnudos.

El caso es que en un momento de la gala, Moss le pidió prestada a Bailey su carísima cámara Nikon y se puso a tomar imágenes de los asistentes, entre ellos Sarah Ferguson y su hija, la princesa Beatriz. Al acto no faltó Hince, que desde el fondo de la sala, miraba admirado su polifacética mujer.