"Yo no lo hice. Siento mucho su pérdida. Pero yo no maté a su padre, hermano o hijo".


"Yo no lo hice. Siento mucho su pérdida. Pero yo no maté a su padre, hermano o hijo".
Todo condenado a muerte tiene el derecho a decir unas últimas palabras. Ya sea atado a la camilla esperando la inyección letal, ya fuera amarrado a la silla eléctrica, encerrado en la cámara de gas o frente a un pelotón de fusilamiento. Troy Davis hizo uso de ese derecho. No tomó sin embargo su última cena ni quiso ingerir el tranquilizante para que el proceso fuera más llevadero -no son pocos quienes se derrumban, las piernas convertidas en gomas, los esfínteres descontrolados, en los últimos metros hacia el patíbulo-.



Posted originally: 2011-09-22 06:57:00

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"Yo no lo hice. Siento mucho su pérdida. Pero yo no maté a su padre, hermano o hijo".


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