Nuestras ida y venidas por Puerto Príncipe nos llevan, a veces, al campamento que las ONG´s y algunos estamentos oficiales españoles comparten a la casi sombra de los Galaxy. La jornada empieza pronto para todos, muy pronto. Se trata de empezar temprano para que, cuando la luz del día despunte, el trabajo se inicie de inmediato para no perder tiempo.
Las primeras luces traen consigo que florezcan de pronto extrañas antenas de los móviles. Lejos de ser aquellos teléfonos anacrónicos de hace …..10 años, estas antenas son de aparatos satelitales capaces de conectar, vía satélite, con cualquier parte del mundo, siempre que el satélite en cuestión no cambie de situación. Un “hola, todo bien?” basta para saber que al menos a alguien le importa nuestra labor aunque, y a veces no se es consciente de ello, nuestro trabajo es apreciado y valorado por más personas de las que nosotros creemos. Esta claro, ser limpio de corazón no es un patrimonio exclusivo, afortunadamente y a la vista está, lo compartimos con muchísima más gente. Los compañeros del SAMU o de SEM MEDICS, entre otros, cuentan y no acaban. Rescates, intervenciones, experiencias forman en sus ojos un brillo especial, la inconfundible luz de la esperanza.

 

Dicen que los sufrimientos hermanan, y debe ser verdad porque a la vista de la Cruz Roja acabamos haciendo lo que mejor sabemos hacer: reunirnos para hablar.

 

Uno de los médicos, con muchos años de profesión, relata con pasión como, tras sacar de los escombros a una niña de muy poca edad, no sólo la encontró con vida sino con buen estado de salud. “Lo que es el cuerpo humano” aseguraba fascinado un hombre para quien la anatomía no debía tener secretos. Todos hablan de lo mucho que trabajan, de lo poco que duermen de la inmensidad que queda por hacer, todo ello con la tremenda ilusión que procura cambiar el mundo a base de buena voluntad. Preguntan en torno a la labor de Cruz Roja Española y se sienten orgullosos de la labor que se realiza al amparo de esa internacional cruz de color rojo. Es mutuo, como no puede ser menos. Fotos, intercambios de mails y cruce de deseos de suerte forman parte de una despedida imposible entre quienes saben que darlo todo a cambio de nada es más que una actitud, es una forma de ser, de pensar, es una forma de Vida.

 

Si bien es cierto es que la Cruz Roja suele proteger a quien la porta, acabo de encontrar la excepción a ras de suelo. Una tarántula de considerables dimensiones, al menos a mi me lo parece, simula estar de guardia frente a la carpa del SAMU de la Comunidad de Madrid. Terremoto, miseria, calamidades y ahora tarántulas, el “pack completo” para un país que no encuentra salida a su futuro casi desde su creación.

 

El mundo es pequeño, es un hecho más que un dicho, y mientras me encamino hacia la salida un miembro de un equipo de rescate me interpela. “Muchas fotos a los compañeros, pero soy Voluntario de Cruz Roja en Alcorcón y no me haces ninguna”. Risas, aclaración de que a pesar de ser de Alcorcón es del Real Madrid (amigos aficionados del Barça, lo siento). Trabaja en el SAMU pero es Técnico en Emergencias de Cruz Roja Española, y obviamente no podía faltar a la cita de Haití. Abrazos. Suertes deseadas y camino de Leoganes.

 

Leoganes se encuentra a unos 35 kilómetros de Puerto Príncipe, eso se traduce en 3 horas de viaje si el tráfico es denso….lo malo es que aquí el tráfico SIEMPRE es MUY denso.

 

En Leoganes, una localidad que tiene alrededor de 100.000 habitantes, se ha visto prácticamente destruida por la carencia de sentimientos de una naturaleza caprichosa que parece cebarse siempre con los mismos.

 

Allí, lejos del foco informativo y de las portadas, Cruz Roja Española ha instalado varias plantas potabilizadoras para servir agua en el pueblo. El lugar del emplazamiento es ideal y tod@s se afanan en que la distribución se haga cuanto antes. Las horas que se ganen en esta tarea son cruciales para atajar cualquier riesgo de enfermedad o de algo peor.

 

Instalaciones modélicas las de Cruz Roja Española, cofinanciadas por la Generalitat Valenciana en un caso y por la Fundación Caja de Ahorros de Navarra, van a procurar algo de bienestar a la población. Al lado de la planta potabilizadora que procura vida, la muerte encontró acomodo. El colegio, cuyos restos no se parecen a nada más que a un amasijo de ladrillos deformes, cayó derrumbado en cuestión de segundos. De alumnos y profesorado no se sabe nada….o se sabe todo, depende de cómo se quiera ver. Con profundo respeto me adentro en los restos que, a base de cartillas de notas, libretas, actas de nacimientos con fotos incluidas, actas de exámenes y listas de asistencias interrumpidas un 12 de enero son como el vestigio de un pasado reciente que parece no querer desaparecer, ni en el plano físico ni en el emocional.

 

En el transcurso, unos cánticos tipo gospel se adentran por entre unos restos no carentes de recuerdos. Duro, muy duro.

 

Decía Goytisolo que “un hombre solo, una mujer, así tomados de uno en uno, son como polvo, no son nada” y efectivamente, hablar de 300 niños muertos puede diluirse en el océanos de cifras, pero “así tomados de uno en uno” son una eternidad de recuerdos, emociones, conocidos, familiares y amigos que deben ser tenidos en cuenta.

 

Cada uno y cada una tenía un padre y una madre, unos tíos, unos abuelos, unos amiguitos, un tendero que les vendía alguna chuche, alguien que no le gustaba como jugaban a la hora de dormir….pero también es posible que todos hayan fallecido en el vorágine que provocó el seismo. Duro, muy duro. Los cánticos me envuelven, tanto que Miguel Angel, un gaditano de Jimena de la Frontera me saca del sueño y me explica: desde el día del terremoto los vecinos se congregan en una explanada para cantarle a Dios, agradecerle que siguen vivos y quizás recordarle también que siempre son los mismos los que expían los pecados de todos.

 

A la salida de las instalaciones de Cruz Roja Española y de vuelta a Puerto Príncipe nos espera otra sorpresa; un guardia civil y un policía nacional patrullan la zona juntos…. y algo más. En su vehículo pick up todoterreno han decidido traer a los vecinos más alejados hasta el punto de distribución de agua. “Algunos no pueden venir con los bidones a cuestas argumentan, así que…..” sobran más explicaciones.

 

Nos preguntan la procedencia, no les extraña que un ceutí de Cruz Roja esté en Haití, da la impresión de que a estos hombres poco les puede sorprender ya.

 

Antes del abrazo final, la pregunta: “¿Qué tal lo llevas?” el policía nacional no contesta mientras que el guardia civil, con la mirada voluntariamente fijada en un horizonte inconcreto, contesta “no se, eso ya se verá al llegar a España”. Tod@s sabemos que no sabemos y que tod@s sabemos que ya lo veremos al llegar a España. Para nosotros, el pulso empezó un 12 de enero de 2010, para los haitianos se pierde en el tiempo, y a nosotros siempre nos queda España, a ellos sólo Haití, y ese sí que es un pulso que debe ganar, sí o sí, es cuestión de pura supervivencia.



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