Cuatro vecinos armados vigilan el acceso a las oficinas centrales de los servicios de inteligencia de Muamar Gadafi, el temido Mujabarat. Detrás de la puerta coronada por un cartel que raza «Las armas para el pueblo» se esconde un complejo donde dos edificios están destrozados por las bombas de la OTAN. «Aquí nos traían para los interrogatorios y después nos llevaban a prisión, muy pocos salían en libertad», recuerda el doctor Mohaidin Hamed. Este médico se echó a las calles para unirse a la revuelta a mediados de febrero, pero la chispa que prendió en Bengasi fue sofocada brutalmente en la ca...