El Vaticano busca una salida al
nuevo embrollo en el que se ha situado a raíz de las revelaciones sobre los abusos sexuales a menores cometidos por miembros de la Iglesia y la gestión que de la crisis está haciendo la jerarquía. Ayer, durante el oficio de Viernes Santo el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa,
comparó los ataques al Papa y a la Iglesia católica por los abusos con el antisemitismo. La reacción de la Iglesia, desvinculándose ahora de estas declaraciones y la de organizaciones judías de todo el mundo indignadas y pidiendo disculpas no se han hecho esperar.