Lo malo pronto se olvida. A la nueva normalidad que se parece tanto a la vieja normalidad a determinadas horas en las que como decía Sabines “trenes y gallos se despiden dolorosamente” y en determinados bares, nos hemos acostumbrado a toda velocidad. Olvidando los días tristísimos de confinamiento y el miedo, uno de los peores, a lo insólito y la incertidumbre. Atrás, muy atrás, quedaron los días de aplausos en las ventanas o las discusiones sobre si las mascarillas servían o no para algo. La ingenuidad se fue pasando a golpe de dolor y muerte. Como casi siempre en la vida. Este viernes, 3 de julio, volverá a haber noche: “la misma noche que hace blanquear los mismos árboles”, que decía Neruda, pero “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Y este viernes 3 de julio, con la confirmación vespertina de Ingesa de que todo sigue igual que ayer, se cumplen 30 días, un mes. ¡Sólo un mes! Sin nuevos contagios en Ceuta.

Conviene recordar que sólo hace un mes se registraron nuevos casos, que los rebrotes acechan aquí, a la vuelta de la esquina, en Málaga, por ejemplo, o que en Lleida pueden volver al confinamiento. Que en mayo, apenas mayo, en Erquicia protagonizaron un rebrote que precintó bloques enteros de vivienda para reconfinar a sus vecinos cuando apenas sí empezaban a ver la luz al final del túnel.

Un mes sin nuevos casos. 30 días con sus 30 noches. Y apenas sí parece ya noticia porque la rutina de cada día impone que es lo normal, que todo siga igual. Pero no hace tanto, un 14 de marzo a media noche, con los ojos abiertos como platos tras ver al presidente Sánchez anunciar lo impensable, el confinamiento del país, Ceuta registró y confirmó de modo oficial su primer positivo de COVID-19, desde entonces y hasta hace 30 días, 218 positivos, uno detrás de otro, 4 de ellos sin solución, muertos.

30 días parecen muchos y no lo son. Son menos aún los días sin casos activos en la ciudad. 8 menos, 22 días, desde que se dio por curado al último positivo.

Por eso conviene insistir en las medidas de higiene y protección para que la cosa siga así y podamos acostumbrarnos durante el verano a la nueva normalidad a la espera de ver qué pasa en otoño. Insiste Ingesa e insiste la Consejería de Sanidad: “lavarse las manos con agua y jabón o solución hidroalcohólica con frecuencia, al toser o estornudar cubrirse bien la boca y la nariz con el pliegue del codo o con un pañuelo para retener las secreciones respiratorias y utilizar pañuelos desechables”.

A eso hay que sumarle la mascarilla, obligatoria en espacios cerrados o por la calle si no se puede mantener la distancia de seguridad y el mantenimiento de la distancia social. Y por supuesto si hay síntomas, mejor no forzar, quedarse en casa y llamar al médico.