EL DÍA DESPUÉS DEL INCENDIO

“Ya verás cuando venga la factura del agua”

“Ya verás cuando venga la factura del agua”
Cabrerizas Bajas, el día después de rozar el infierno-17
Un columpio colgado de un árbol quemado, en Cabrerizas Bajas.

Estamos familiarizados con el fuego, con sus beneficios y su poder, desde hace 300.000 años, pero cuando asistimos a su furia desatada se nos encoge el alma. El paisaje del día después de que los vecinos de Cabrerizas Bajas, en el Serrallo, vieran las puertas del infierno a la puerta de sus casas, produce escalofríos. Olivos negros, chaparros calcinados, con las hojas grises petrificadas, la tierra desnuda. A la vista las hondonadas y las rocas, como heridas cauterizadas, los senderos de las cabras como laberinto de cicatrices y las propias cabras, perdidas entre la ceniza buscando un brote verde que echarse a la boca. Y basura. Mucha basura. Bidones, restos de carrocerías, lavadoras y restos de todo tipo, puestos al descubierto por el fuego, destacan ahora sobre la tierra quemada.

Abdelhuajed fue uno de los vecinos que rozó el infierno. La huella de la lengua de fuego llega justo hasta el borde del camino que separa su casa de la vaguada. Desde su ventana se contempla toda la zona quemada en el segundo incendio de este pasado fin de semana. Veinticuatro horas antes el domingo, a la misma hora que habla con Ceuta al Día, daba la voz de alarma. “Aquí estamos siempre alerta, preparados para llamar al 112”, asegura. “Esto se veía venir”, afirma, más después del primer incendio del sábado, “mi padre vive aquí desde hace 60 años”. “Estuve dos horas por la tarde con la manguera, luego por la noche refrescando y a las 12.30 más o menos hubo otro foco allí”, recuerda, señalando hacia García Aldave, “ya verás cuando venga la factura del agua”.

Sin internet y sin cobertura

Desde el domingo, muchos de los vecinos están sin conexión a Internet y con problemas recurrentes en la cobertura telefónica, “ponlo en tu periódico, a ver si lo arreglan”, pide Abdelhuajed.

Otros vecinos prefieren ni comentar el fin de semana que ha vivido. Una de las vecinas no puede ni hablar del dolor de cabeza que arrastra “por toda la tensión”. En la barriada reina el silencio, solo el chirriar de las cigarras pone la banda sonora a la devastación del paisaje. Los pocos vecinos que responden a la llamada del reportero relatan la misma historia de nervios, desesperación, miedo y cierta resignación. “Aquellos de allá arriba sí que lo pasaron mal, si llega a saltar a los árboles se los come”, explica Abdelmalik.

El incendio está extinguido y apagado, según explica el cuerpo de Bomberos, aun así, siguen sobre el terreno, vigilando los focos de calor que aún persisten y no estarán tranquilos en al menos un par de días. Pero la carretera de García Aldave tiene hoy un peligro añadido: los conductores despistados con el paisaje quemado, mirando al horizonte en vez de mantener la mirada en la carretera.

“Ya verás cuando venga la factura del agua”


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