- Hace apenas unos meses, las autoridades mandaban a la Policía a arrastrar por los suelos a quienes, pacíficamente, se sentaban delante de las puertas de sus vecinos para evitar que éstos fueran desahuciados por los bancos.

Hoy, Ada Colau, el icono, la cara más visible de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, es la alcaldesa de la segunda ciudad del país.

Madrid ha sido durante mucho tiempo sinónimo de corrupción. Más de veinte años de gobierno del Partido Popular de Esperanza Aguirre convirtieron a la comunidad madrileña en el epicentro de tramas como la Gürtel o la Púnica. Hoy, la alcaldía de la capital está en manos de Manuela Carmena, una ex jueza que se jugó la vida luchando por la democracia.

Otros veinte años han estado Teófila Martínez y el PP al frente del Ayuntamiento de Cádiz, veinte años en los que “la tacita” se ha mantenido como una de las ciudades con peores índices sociales. Teófila acusaba de tener cuenta en twitter a quienes pedían comida y trabajo. Hoy, Teófila es el pasado y José María González “Kichi”, un profesor de instituto y sindicalista, es el alcalde de los gaditanos.

Estos tres casos constituyen tres claros ejemplos del cambio que se está produciendo en nuestro país. Hace dos años nadie hubiera podido imaginar que fuese posible que Ada Colau, Manuela Carmena o José María González pudieran ser los alcaldes de tres ciudades como Barcelona, Madrid y Cádiz. Lo que se vivió el pasado sábado fue algo histórico. Plazas llenas de gente emocionada, cantando, llorando, festejando el comienzo de algo nuevo frente a la naftalina y la caspa de lo viejo y contradiciendo esa idea conservadora que dice que la pasión en la política es impropia de las sociedades maduras, teniendo que ser lo político algo frío, tecnocrático, ajeno. El cambio ha llegado para quedarse. Bienvenido.