Desde su acuerdo con Ciudadanos en la pasada y breve legislatura, el PSOE se ha empeñado en hacer ver a la ciudadanía que el único motivo por el cual hoy España no tiene un “gobierno de cambio” se llama Pablo Iglesias. Ese ha sido su discurso durante meses. En cada tertulia, en cada canutazo, en cada mitin, en cada intervención pública. Hasta once veces repitió su mantra Pedro Sánchez en el debate a cuatro

Los socialistas parecen ser los únicos en no darse cuenta de que tal estrategia no funciona. Atacan sistemáticamente a Podemos, pretendiendo así situar a Pablo Iglesias al lado de Rajoy, sin caer en la cuenta de que absolutamente nada puede situar a Pablo Iglesias al lado de Rajoy. Al contrario. Atacando a Podemos, es el PSOE el que se sitúa junto al PP, dejando cada vez más libre todo ese “espacio socialdemócrata”. En 2016, y con prácticamente los mismos votos, no se puede vender la estupidez de “la pinza”. Pero en Ferraz siguen empeñados. Sólo la rabia y la impotencia pueden ser capaces de explicar tanta ceguera política.

Si lo que el PSOE pretende es apelar a los socialistas desencantados que podrían votar a Podemos, resulta obvio que el camino a seguir no es el de pretender desacreditar a Podemos apelando a la defensa del acuerdo con el Partido Popular Naranja de Rivera, sino disputando el terreno de “la mano tendida” para un gobierno verdaderamente progresista. Eso es lo que puede conservar al socialista dudoso con su partido y no el señalar como enemiga a la formación política que de manera más clara representa todo lo opuesto al PP