- Podemos surgió como un movimiento social que, a regañadientes, tuvo que adoptar la forma de partido político para poder competir en el terreno electoral.

Éste fue uno de los factores que hizo que la Asamblea “Sí se puede” optase por la decisión de que la marca Podemos, como tal, no se presentase a los comicios municipales, prefiriendo la opción de apoyo a candidaturas locales-populares.

Podemos no podía ser algo cerrado, sino un espacio abierto a toda esa ciudadanía que, tras el auge del 15-M, ya conformaba –o estaba en el proceso de hacerlo- una mayoría social que urgía reconvertir en mayoría política bajo dos claras premisas: la lucha contra la corrupción y la democratización de la economía, es decir, el enfrentamiento a las recetas de austeridad impuestas desde instancias supranacionales. Por otro lado, en los pueblos y las ciudades ya existían movimientos que llevaban años trabajando en pos del cambio. Ignorarlos, en un arrebato adanista, hubiese supuesto una falta de respeto y una arrogancia sin parangón.

Las elecciones generales, para Podemos, no deben ser diferentes, aunque en esta ocasión sí que debe ser la marca Podemos, por motivos obvios, aquella que decore todas las papeletas representativas de la unidad popular antiausteridad. Si hoy existe un símbolo que puede representar, con posibilidades de victoria, la oposición al proyecto representado por PP, PSOE y Ciudadanos a nivel nacional, ese símbolo se llama Podemos y es casi una obligación moral e histórica la unión de todas las personas con sensibilidad social en torno a un programa común elaborado bajo tal símbolo.

Por eso, Podemos, en las elecciones generales, no puede ni debe ser un partido político al uso, sino un mero procedimiento, una herramienta útil para la unidad popular, para la unidad de todos los que deseamos un cambio en sentido progresista, una labor para la que no sobra nadie, en la que no se debe pedir el carnet a nadie. De ahí que los candidatos y las candidatas de Podemos a las elecciones generales tengan que ser elegidos y elegidas mediante primarias abiertas a toda la ciudadanía, en un proceso democrático y transparente.

Ceuta no ha de ser una excepción en este viento de cambio. De aquí a los próximos meses, la obligación de todos los ceutíes que quieran votar Podemos y que deseen que Podemos pueda, de verdad, representar el cambio en nuestro país, no debe ser otra que la de trabajar, en la medida de sus posibilidades, para que el próximo noviembre la oferta electoral de nuestra ciudad quede dividida en dos frentes: de un lado, los partidos del poder. De otro, Podemos. Sólo así será posible ganar a quienes se inventan el pasado, destrozan el presente y nos dejan sin futuro.