Hace poco más de un mes, charlando acerca de la elección que haría el PSOE de cara a la conformación de un gobierno, un amigo mío, siempre a la última de lo comentado en los foros políticos de las redes, me comentaba una opción que había leído días atrás: dimisión de Pedro Sánchez y su Ejecutiva, abstención y gobierno de Rajoy, primarias en el PSOE y presentación de Pedro Sánchez como héroe que mantuvo el “No es No” de las bases.

Un mes más tarde, lo primero se ha cumplido. Lo segundo, parece que se va a cumplir y lo tercero se dice que también ocurrirá. Si el PSOE le da el Gobierno a Rajoy va a tener muy difícil presentarse ante sus votantes y el resto de la ciudadanía como la oposición al Partido Popular. La opción del relevo capitaneado por Susana Díaz queda debilitada al haber sido la Presidenta de la Junta de Andalucía una de las principales representantes del golpe en Ferraz contra el Secretario General de las bases.

El regreso de Sánchez entre aclamaciones militantes podría buscar que todo este follón de la gestora, las puñaladas y el Sí a la mafia de la Gürtel quedara como un mal sueño, un bache, un paréntesis sin importancia. Sí, durante unos días el mando del barco ha sido usurpado por unos traidores que han actuado contra nuestros principios, pero ya está, hemos vuelto y está solucionado.

La verdad, no obstante, difiere bastante de tal representación. Si Pedro Sánchez es el símbolo de algo no lo es del No al PP y el Sí al cambio, sino de la imposibilidad de implementar decisiones contrarias a los deseos de ciertos poderes fácticos en el Partido Socialista. Cuando Sánchez supuso un problema, Sánchez fue desahuciado. Una vez hecho lo que se tenía que hacer, no hay problema en que Sánchez vuelva. Ya sabe lo que no puede hacer.