Si bien el Partido Popular es el partido orgánico de los poderes financieros, es el PSOE el partido del régimen, la institución, junto a la Monarquía, en torno a la que más lealtades y consensos se han construido en todos estos años de democracia. El Partido Popular sólo gana cuando el PSOE se inmola. Demasiada derecha para un país de “centro-izquierda”.
Estos cuatro años de gestión de la crisis han destrozado al Partido Popular. Quienes gobiernan sin presentarse a las elecciones lo saben y necesitan una alternativa que evite la confrontación directa entre PP y Podemos. Ciudadanos, proyecto surgido de las élites catalanas con el beneplácito del IBEX-35, era una opción, pero parece que el globo naranja, del mismo modo que se infló, se deshincha por momentos y no va a ser suficiente. Aun así, pronosticar lo que va a ocurrir de aquí a unos meses en estos tiempos de aceleración histórica constituye un ejercicio temerario. La partida está abierta y sigue siendo a cuatro.
Pocos días después de las palabras de Monereo y de la presentación de Pedro Sánchez envuelto en la bandera nacional a lo americano se publicaba una encuesta en la que el PSOE salía vencedor en las próximas elecciones generales. Diferentes factores que invitan a pensar que Monereo tenía razón y que lo que vamos a vivir de aquí a noviembre va a ser una clara proyección de Sánchez y su partido como verdadera alternativa a un PP ya amortizado por los poderosos. Albert Rivera no quiere quedar fuera y ya ha propuesto una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos, unos “Pactos de la Moncloa del siglo XXI para reformar España desde la centralidad y no desde los extremos”. Hay que dejar fuera a Podemos, hay que unirse para evitar que Podemos toque poder.
Rivera no es ningún tonto y sabe de la importancia de las palabras en política. Ocupar la centralidad es la clave. Quien sea visto como el centro será visto como la moderación y el sentido común. El centro no existe, es algo vacío y la disputa política consiste en que sea tu discurso el discurso del centro, situando al adversario en los márgenes, en los extremos. La disyuntiva de las próximas elecciones es evidente: en un lado, Podemos. En el otro, los demás.