- Hace unas semanas, en un debate en Fort Apache sobre la crisis del Partido Popular, Manolo Monereo insistía en centrar los focos sobre el PSOE.

Si bien el Partido Popular es el partido orgánico de los poderes financieros, es el PSOE el partido del régimen, la institución, junto a la Monarquía, en torno a la que más lealtades y consensos se han construido en todos estos años de democracia. El Partido Popular sólo gana cuando el PSOE se inmola. Demasiada derecha para un país de “centro-izquierda”.

Estos cuatro años de gestión de la crisis han destrozado al Partido Popular. Quienes gobiernan sin presentarse a las elecciones lo saben y necesitan una alternativa que evite la confrontación directa entre PP y Podemos. Ciudadanos, proyecto surgido de las élites catalanas con el beneplácito del IBEX-35, era una opción, pero parece que el globo naranja, del mismo modo que se infló, se deshincha por momentos y no va a ser suficiente. Aun así, pronosticar lo que va a ocurrir de aquí a unos meses en estos tiempos de aceleración histórica constituye un ejercicio temerario. La partida está abierta y sigue siendo a cuatro.

Pocos días después de las palabras de Monereo y de la presentación de Pedro Sánchez envuelto en la bandera nacional a lo americano se publicaba una encuesta en la que el PSOE salía vencedor en las próximas elecciones generales. Diferentes factores que invitan a pensar que Monereo tenía razón y que lo que vamos a vivir de aquí a noviembre va a ser una clara proyección de Sánchez y su partido como verdadera alternativa a un PP ya amortizado por los poderosos. Albert Rivera no quiere quedar fuera y ya ha propuesto una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos, unos “Pactos de la Moncloa del siglo XXI para reformar España desde la centralidad y no desde los extremos”. Hay que dejar fuera a Podemos, hay que unirse para evitar que Podemos toque poder.

Rivera no es ningún tonto y sabe de la importancia de las palabras en política. Ocupar la centralidad es la clave. Quien sea visto como el centro será visto como la moderación y el sentido común. El centro no existe, es algo vacío y la disputa política consiste en que sea tu discurso el discurso del centro, situando al adversario en los márgenes, en los extremos. La disyuntiva de las próximas elecciones es evidente: en un lado, Podemos. En el otro, los demás.