Cuando uno lee las arrogantes soflamas de algunos incondicionales del PSOE que parecen no entender aún que el espacio político que ocupaban sin competencia ya no les pertenece, cuando ve tales muestras de ceguera política en quienes no han dejado de caer en los últimos años, no puede más que sentir una extraña mezcla entre estupefacción y ternura. Es cómico atender a conversaciones entre socialistas seguros de sí mismos refiriéndose a Podemos tras la despreciativa expresión: “No se enteran de”. Realidad paralela. Prepotencia sin límite. Lecciones de agudeza política desde el PSOE de Pedro Sánchez. Manda narices.

Las encuestas dicen ahora que de haber una nueva cita electoral, PSOE y Ciudadanos serían recompensados ante la percepción ciudadana de haber sido quienes han intentado formar gobierno. No me las creo. Y creo que en el fondo, el PSOE tampoco. Es más, considero que están aterrados ante la posibilidad de volver a tener que pasar por las urnas. Por parte de Podemos, lo preocupante sería que las encuestas dijeran alguna vez lo contrario.

En Ferraz lo tienen crudo. Es lo que pasa cuando se sigue viendo la actualidad con gafas antiguas: que te equivocas hasta el punto de hacerlo todo mal. Podemos se les ha vuelto a adelantar, ha vuelto a marcar los tiempos mucho mejor. La consulta a las bases anunciada cargará de legitimidad la postura ganadora, que no será otra que la de rechazar de forma rotunda el chantaje del pacto PSOE-Ciudadanos. El Partido Socialista no tendrá credibilidad cuando acuda, porque volverá a acudir, al dogmatismo de Pablo Iglesias o a la cerrazón de la dirección. Si los de Sánchez continúan con el fanatismo sectario de no querer explorar la vía de un gobierno de progreso, las únicas opciones serán elecciones o gran coalición. Y no será creíble que traten de culpar a los demás. Aunque no les quedará otra que hacerlo.

Si hay nuevas elecciones, el PSOE dirá que la culpa es de Podemos, por más que las evidencias digan lo contrario. Si el PSOE permite gobierno de PP, la culpa será, también, de un Podemos que ha obligado al PSOE a tener que hacer algo que no le gusta. Por más que sea la opción que siempre buscó su socio, Ciudadanos, a través de un acuerdo abiertamente diseñado para tal objetivo. Me inclino a pensar que esto último es lo que va a pasar, que habrá gran coalición. Al PSOE, sus errores y traiciones, sólo le van a permitir llorar y gestionar culpas. Pero siempre será preferible hacerlo con noventa diputados y estando por delante de aquellos con quienes tus amos te han prohibido gobernar.