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Carlos Verdejo (VOX)

No muchas generaciones atrás, cualquiera se habría echado a reír de vaticinar una Ceuta en la que castellano y árabe comparten estatus oficial. Hoy, lejos de parecer gracioso, se observa la intención política manifiesta de normalizar el árabe comenzando en los espacios más sensibles de sucumbir a la manipulación, las escuelas.

Caballas hace unos meses propuso la contratación de “auxiliares de conversación” como solución al total desconocimiento del castellano que padecen buena parte de los niños recién escolarizados. Tan sólo el PP votó en contra, quedando en evidencia la complicidad idiomática del resto, incluido Ciudadanos, y cuál es el rumbo establecido.

No obstante, identificar a Juan Vivas como adalid del castellano sería pecar de ingenuidad. Su Gobierno acumula guiños al mal nombrado árabe ceutí en forma de apoyos, promociones y toda clase de ayudas. No son secretas las subvenciones a la Asociación Cultural Al Idrissi, encargada de promocionar la cultura islámica (idioma incluido), contratando entre otros, profesores y religiosos del mismo Marruecos.

Lejos de hispanizar a las nuevas generaciones de origen extranjero, las políticas aplicadas en la ciudad se han basado en la permisividad frente a la invasión cultural y huir de la confrontación. La aprobación del día del borrego como festivo local, no podía ser sino el detonante de una serie de reclamas políticas entre las que el árabe ceutí es un símbolo identitario trascendental.

Por otro lado, en el sector privado se provoca un paralelismo que afecta al comercio local. En todos los años de Vivas, no se ha trazado ningún modelo productivo que aprovechara las características de Ceuta, para evitar depender económicamente de los compradores marroquíes. Como consecuencia, cada vez encontramos más ofertas de empleo en las que el árabe es requisito, quedando los monolingües en situación de desventaja. Quienes tengan no demasiada edad, recordarán la época en la que eran los peninsulares los que venían a dejarse las pesetas.

En conclusión, la vida personal de los ceutíes padece cada vez más la actitud entreguista ante la invasión cultural. No es necesario ser muy avispado para comprender que con este Gobierno, tarde o temprano, el árabe se implantará en toda institución pública o privada. El problema es multifactorial, no se remite exclusivamente a lo lingüístico y progresivamente irá dejando en desventaja a todo el que no tenga orígenes al otro lado de la valla.

Se hace preciso un cambio sustancial, el primer paso es llamar al señor Vivas por lo que es, un traidor. A partir de ahí, ha de surgir una alternativa seria, que podría ser VOX. Si en las próximas elecciones se vuelve a votar a los mismos, un consejo sobre todo paras los jóvenes: estudiad árabe… o marchaos de Ceuta.