Rachid Hamido Abdelkader, miembro del MDyC

Para ser honestos, la mera celebración del día de la Constitución Española, parece contradictoria; cuando quienes deben respetarla y acatarla sólo muestran un cínico menosprecio por la misma. No obstante, debemos servirnos de ello, para recordarles a quienes juraron su cargo sobre nuestra Carta Magna, que lo hicieron para servir al pueblo, y no para servirse de él. Que es éste el único fin que debe mover a quien participa de la vida pública, y no la deslealtad y el engaño al pueblo que es lo que estamos observando y padeciendo por parte de nuestros principales irresponsables políticos.

¿Qué estamos celebrando realmente? Aún seguimos sufriendo los tristes y dolorosos desahucios de familias víctimas del avaricioso poder político y económico. Una corrupción endémica que sigue campando a sus anchas, servidora de intereses particulares y empresariales y pisoteadora de todos los derechos sociales… Y si analizamos el panorama local de nuestra realidad ceutí, ante la patente desigualdad social y económica a la que nos han sometido desde hace décadas quienes se supone que deben trabajar para erradicarla, ratificamos la idea de que no hay nada que celebrar y mucho por cambiar.

¿Cómo podemos celebrar una Constitución que garantiza el derecho a una vivienda digna cuando en nuestra ciudad la política de vivienda es un insulto al intelecto y una burla a la ciudadanía, además de un negocio redondo tanto para gobierno como para oposición?

rachid hamido 315Y siguiendo en el ámbito local de nuestra ciudad, me parece vergonzoso e indignante la osadía de representantes políticos manchados y señalados por el dedo de la Justicia, como es el caso del Señor Emilio Carreira, que aún sigue aferrado a un escaño que “presuntamente” ha traicionado. Me pregunto si tendrá esa misma osadía para acudir al acto del Día de la Constitución.

Todo ello, evidencia que el oscurantismo y la deslealtad a los principios y valores que fomenta nuestra Constitución Española, son realmente los principios que rigen en el Ejecutivo Local de nuestra ciudad.

Dicen que nadie puede trabajar por una tierra mejor que los hijos de esa tierra. Y a mí me duele mi tierra. Me duele dejar este legado a nuestros hijos, una tierra baldía a causa de los excesos cometidos por nuestro actual Desgobierno.

Condenados a encabezar las estadísticas de desempleo, fracaso escolar, pobreza y exclusión social. Un callejón sin salida, una espiral sin aparente retorno, donde los pobres cada vez son más pobres y los corruptos más corruptos.

Pero aún tengo esperanza en los hijos de esta tierra. Sólo un seísmo político que muestre un rayo de luz en esos callejones sin salida y que invierta “las reglas del juego”, podría ofrecer un verdadero cambio, gente que verdaderamente quiera hacer real la Constitución.