CEUTA, 250.000 AÑOS HABITADA

La historia de la humanidad pasa por Benzú

La historia de la humanidad pasa por Benzú
cueva abrigo interior
Interior de la Cueva Abrigo. Foto M. Benzakour.

El Mogote de Benzú esconde las claves que pueden servir para reescribir la historia de la humanidad. Y está aquí, ahí mismo, en La Cabililla.


Un macizo de roca calcárea habitado desde hace 250.000 años que desmonta las teorías establecidas sobre la expansión de los primeros seres humanos en el continente europeo. Casi nada.

Durante casi un siglo la historia la han escrito los anglosajones, arqueólogos británicos que establecieron que la humanidad nació en África y emigró al Sur por el continente africano, al Este hacia la India y al Norte hacia Europa desde Israel y Palestina, quizá para darle un toque bíblico a la teoría. Pero un arqueólogo ceutí, Darío Bernal, hizo en 2001 un descubrimiento que abría una nueva puerta: la Cueva-abrigo de Benzú, en Ceuta. Apenas una cavidad en la roca que sirvió a los primeros pobladores de la zona como puesto de caza. Un lugar habitado en el Pleistoceno, cuando el Estrecho hacía de verdad honor a su nombre y los 14 kilómetros que hoy separan a Ceuta del continente europeo eran apenas 4 y salpicados de islotes, un paisaje propiciado por un periodo del Cuaternario en el que el nivel del mar bajó 120 metros. El escenario perfecto para pasar el Estrecho, por rudimentario que fuera el método de navegación.

No hay pruebas -aún- pero todos los indicios apuntan a que el Estrecho no fue un obstáculo. “Fue un puente”, explica José Ramos, el profesor de la Universidad de Cádiz que desde 2004 lidera el el Proyecto Benzú, un equipo multidisciplinar (y en ocasiones multinacional) que trabaja en la Cueva Abrigo de Benzú para demostrar que la historia de la humanidad pasa por Ceuta. Doce años difundiendo y defendiendo una teoría que “va calando” en la comunidad científica internacional y que apunta que la humanidad no entró en Europa desde el Este y ocupó el continente de Norte a Sur sino que también utilizó otras vías. Rutas de las que cada vez hay más pruebas en esta orilla del Mediterráneo, desde Túnez a Ceuta. Curiosamente las mismas rutas migratorias que sigue utilizando el hombre 250.000 años después.

Visto desde la cueva-abrigo, con la Península casi al alcance de la mano, parece obvio. Pero es una idea revolucionaria que rompe el paradigma establecido y difundirla es una  tarea ardua en la que hay que hacerse hueco en un mundo dominado por potencias científicas como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia o Alemania. Pero con tesón y armados de argumentos, año a año, este equipo de la Universidad de Cádiz ha ido avanzando en la investigación, datando la presencia humana en La Cabililla desde al menos hace 250.000 años; recogiendo más de 60.000 restos, más de la mitad líticos tallados, probablemente usados para desescamar pescado o desgarrar las piezas cazadas, y han hallado incluso adornos hechos con conchas de moluscos; teniendo incluso que desarrollar su propio sistema de excavación en la dura roca del mogote (resistente al ácido o a los micro explosivos), recurriendo a técnicas de cantería, una idea que ha abierto una nueva vía a colegas que se habían rendido en circunstancias similares.

Conclusiones que el equipo del Proyecto Benzú de la Universidad de Cádiz ha ido publicando en prestigiosas publicaciones científicas como Nature (la Biblia de los científicos), despertando la curiosidad de la comunidad científica que, poco a poco, se ha ido acercando a este lado del Estrecho. “Cuando vienen a Benzú lo entienden”, apunta Ramos recordando el caso del paleontólogo del CSIC Antonio Rosas. “Rosas era un escéptico sobre el paso del Estrecho, pero cuando vino y vio que el continente parece que se te viene encima lo entendió”, explica. No fue el único. Jane Auel, la creadora de la saga literaria de El Clan del Oso Cavernario, también conoce la cueva-abrigo de Benzú de primera mano. Más aún, ahora mismo, arqueólogos británicos trabajan al otro lado de Jebel Musa, en la misma zona en la que trabajó en los años 50 el arqueólogo y prehistoriador Miquel Tarradell, cuyos pasos sigue también el equipo de la UCA. Y los alemanes, y los franceses. La carrera por probar que la expansión de la humanidad pasa por el Norte de África está lanzada y pasa por Benzú. Toda una Guerra Fría de la arqueología.

Y es que resulta fácil imaginar a dos protoceutíes mirando la linea de costa en una tarde de Poniente en Benzú, con la Península a tiro de piedra y preguntándose ¿Vamos? ¡Vamos! “Nosotros decimos que si hacemos caso a las teorías son tres -bromea Salvador Domínguez, el geólogo del equipo-, uno se fue hacia Turquía a dar la vuelta al Mediterráneo, el otro tiró hacia Tánger y terminó llegando a Sudáfrica y el tercero, el nuestro, pasó el Estrecho”. Él sabe bien que geológicamente las dos orillas del Estrecho son una sola. Y los yacimientos hallados a uno y otro lado se asemejan. Los indicios brotan a medida que avanzan las investigaciones. Gibraltar, Rincón de la Victoria, Nerja, La Axarquía o la cueva de Bajondillos, en Torremolinos son solo algunos ejemplos. Una “región histórica”, apunta José Ramos. Llevan más de una década difundiendo su teoría, pero la prehistoria es una ciencia lenta, que asume lentamente los cambios, más aún si representan un cambio de paradigma. Pero en el horizonte inmediato se refleja una oportunidad: 2019.

La International Union for Quaternary Research (INQUA), una asociación científica multidisciplinar que integra geólogos, geomorfólogos, paleontólogos, arqueólogos, antropólogos, geógrafos, edafólogos y biólogos de todo el mundo, se reunirá en España en 2019. Está previsto que los asistentes, una selección de los mejores (y más influyentes) especialistas en el Cuaternario, realicen varias visitas durante el congreso, entre ellas los yacimientos de Atapuerca, en Burgos, Orce, en Granada, Gibraltar... Y Benzú. Una oportunidad única para que la cueva-abrigo de La Cabililla ocupe el lugar que merece en la Historia de la Humanidad.

La historia de la humanidad pasa por Benzú


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