"Hubo un momento en el que creí morir"
Los incidentes terminaron con unos 50 policías y civiles heridos.

- Josefa E., de 56 años, cruzaba por primera vez a primera hora la frontera el martes cuando, con solamente dos coches por delante, la Policía Nacional cerró el Tarajal, donde su coche acabó destrozado

- La ceutí "agradece" a los marroquíes que la sacaron de su automóvil que la ayudasen a pesar de la tensión y de los "insultos" de parte de los concentrados en el paso

- La Delegación apoyará a quienes han sufrido daños por los sucesos que obligaron a cerrar el paso durante más de 5 horas


Habitualmente tildado de "pulmón económico" de Ceuta, el Tarajal es en muchos sentidos las válvulas del motor de la ciudad autónoma. Abre y cierra conductos de admisión que regulan la mezcla aire-combustible en la combustión cotidiana de Ceuta. Cuando falla, las consecuencias pueden llegar a ser imprevisibles. ¿Qué hubiera pasado si los incidentes del pasado martes, cinco horas de frontera cerrada, se hubiesen registrado durante la última semana de agosto, en los días 'punta' de la OPE?

El Tarajal, tan cerca y tan lejos, sobre todo en ciertos rincones y horarios, solamente se abre en sentido entrada a Ceuta para los porteadores de 7.00 a 10.00 ó 10.30 horas (hora española). Durante las noches, cada vez más, los vehículos se acomodan en sus inmediaciones buscando sitio para ser los primeros en cruzar. Alrededor crecen nuevos oficios: el que gana unos dirhams por colocar un automóvil en uno de los mejores sitios, el 'taxista' de porteadores para cruzar la frontera...

Como tantos otros ceutíes, a sus 56 años Josefa E. no había intentado cruzar nunca la frontera del Tarajal para entrar en Ceuta a primerísima hora de la mañana, cuando muchos marroquíes ya llevan minutos y horas por allí. Este martes, la primera vez que quiso hacerlo para volver desde Marina Smir cumplir con sus obligaciones laborales en la ciudad, se encontró con lo malo de siempre y lo peor.

Alrededor de las 6.30 horas, al volante de un Nissan Qashqai que horas después acabaría “destrozado”, enfiló la última recta de la carretera que une Castillejos con Bab Sebta y se topó con el atasco de rutina y la primera verja tras la rotonda cerrada. “Nunca había cruzado la frontera a esas horas y ni siquiera sabía que no se abría hasta cierta hora, las 7.00 según nos dijeron en un principio”, recuerda.

Hace varias semanas, las autoridades españolas y marroquíes acordaron ordenar de medio millar en medio millar el acceso a Ceuta de los porteadores para facilitar su evacuación vía Biutz (que en teoría abre de 8.00 a 13.00 horas) sin grandes colapsos. La alerta antiterrorista y la llegada de hasta 100.000 veraneantes marroquíes a las costas de la bahía de Rincón y Tetuán no ayudan a simplificar el trabajo al otro lado de la frontera, donde crece el malestar ante la 'competencia desleal' que a los poseedores del pasaporte de Tetuán, que elude la necesidad de visado, les parece que les hacen los ceutíes o retornados de Europa que también 'portean' a falta de mejor salida laboral y vital.

A la mujer le dieron las 7, las 7.30, las 8.30 y hasta las 9.15, cuando por fin pudo entrar en las remozadas instalaciones fronterizas marroquíes. Pasó las taquillas de sellado de pasaportes del Reino alauita y siguió avanzando, “muy lentamente”, en esas tres desesperantes filas que acaban, al llegar al puente internacional, en una sola. Mientras, la tensión a su alrededor estaba a punto de entrar en ebullición. “Desde el principio me sorprendió que había una cosa tremenda de gente andando, echándose por encima de los coches…”, reconoce sobre un momento en el que aún no intuía que lo peor estaba por llegar.

Cuando solamente quedaban dos coches por delante para acceder a suelo jurisdiccional español, a eso de las 10.00, cuando se cierra la válvula y se acabó la posibilidad de hacer negocio ese día, la Policía Nacional cerró la puerta española ante la tensión creciente. Eso lo sabe ahora. Entonces únicamente se dio cuenta de que la marcha al ralentí se había detenido de forma definitiva: “Desde el vehículo y por la cantidad de gente que había no veía más que personas y hasta que no se escuchó el primer petardazo tremendo y algunos se replegaron no pude atisbar a los antidisturbios”, repasa.

“No veía nada”, insiste, “más que gente alteradísima, gritando, insultando, subidas en las vallas, chillando que querían entrar y golpes en medio de una lluvia de botellas llenas, palos, los pivotes de plásticos blancos y rojos con los que ordenan el tráfico, los pinchos que tienen para reventar ruedas en los controles, piedras…”.

Josefa creyó que lo mejor era quedarse en su coche hasta que una piedra “enorme” reventó la luna trasera de su automóvil. “Llegó un momento en el que pensé en pasar a los asientos de atrás y tumbarme en el suelo pero llegaron varios jóvenes y me insistieron en que saliese del coche pese a que los dos que iban delante se habían orillado y ya era la primera ante la valla española”, prosigue la testigo de los incidentes, que finalmente accedió a salir del vehículo.

“Debo agradecérselo a las personas que me ayudaron y me protegieron porque muchísimos les insultaban, como a mí, y nos increpaban”, apunta la ceutí, a la que un gendarme primero y el mismo apoyado por otro compañero después acabaron recluyendo en un cuarto de la frontera marroquí. “Me dieron en agua, me tranquilizaron y un hombre hasta me dio su pasaporte como ‘garantía’ para que me fiase y le dejase las llaves del coche para moverlo de donde estaba, en el peor de los sitios, donde hubo un momento en el que creí morir”, añade.

Horas después, fue recogida por su marido en las instalaciones de Bab Sebta, desde donde regresó a su residencia de la costa del país vecino. Ayer comenzó a gestionar los trámites del seguro y visitó la Delegación del Gobierno, donde los responsables de la institución de la Plaza de los Reyes se han comprometido a respaldar la denuncia que debe presentar ante las Fuerzas de Seguridad marroquíes y a instar al Consulado a hacer un seguimiento de su caso y de quienes hayan sufrido daños similares en sus vehículos durante los incidentes.

 

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