Javier Ángel Díez Nieto

Quiero dar una idea, ahora que tanto me aburre casi todo lo que pienso de lo que observo, de una inocente y tonta diversión. Ya que atónito leo y escucho todos los días las mil y una más opiniones sobre soplagaiteces con las que se nos van tan ricamente los días. Por ello, cada vez más, me sorprende la estulticia de muchos de nuestros magníficos analistas políticos a la carta que en los diferentes medios de comunicación nos aseguran sutil y tozudamente que somos tontos del bote y por eso nos bombardean diariamente con mil estupideces, eso sí… dichas solemnemente en sus tertulias públicas.

En fin… os voy a contar algo que a vosotros ni se os ocurriría jamás, porque ya sabemos todos que las ilusiones son tan innumerables como las relaciones entre los hombres. ¡Pero vamos a los hechos!. En unas navidades, no sé si pasadas, presentes o futuras… ¡Vaya usted a saber!, durante una cabalgata de reyes los reyes magos, concretamente el rey Baltasar, lanzo desde su carroza unos caramelos a la gente que flaqueaba la cabalgata. Hubo mala suerte ese día señalado, ya que un caramelo dio con fuerza en el ojo de una señora que allí se encontraba. Y esta sin pensárselo dos veces se fue a los juzgados y denuncio a dicho rey por lesiones. Bien…! Hasta aquí los hechos!.

Al instante todos los sabios analistas dieron bombo al hecho y se preguntaron sobre la condena que merecía el rey Baltasar por el caramelazo que la señora recibió en su ojo. Inmediatamente corrieron mil… y muchas más opiniones diferentes sobre el peligro de las golosinas que siempre se lanzan desde las cabalgatas. ¡Actualmente no se necesita nada más, para llenar todas las horas en los medios de información!. De esa manera que no de otra, pronto se cuestionó la necesidad de la fiesta o la obligación de lanzar caramelos y sobre todo…sobre todo… la necesidad de que sea la monarquía la que acapare la cabalgata de navidad. Surgirán mil dudas sobre la inviolabilidad de los reyes…y de otras numerosas cuestiones, que a los más nos importan un bledo. Pero la cosa no quedara ahí, rápidamente surgirán mil opiniones sobre si la entrada de este rey subsahariano – antes denominado de raza negra – fue de forma legal o ilegal y si fue en este caso último, se buscaran responsabilidades sobre lo que hicieron las fuerzas y cuerpos de seguridad encargadas de vigilar las fronteras.

No es una cuestión baladí, ya que al tiempo los grupos buenitas de fronteras abiertas y los grupos de fronteras vigiladas se enfrentaran en las calles manifestándose a favor o en contra. A ellos se unirán los grupos que siempre acusan de xenofobia a los que no piensan igual, ya que consideraran que el juicio es por motivos de raza y no por otra cosa. También las calles se llenaran de grupos feministas exigiendo responsabilidades por la agresión injustificada a una mujer, acusando a la sociedad de machista y heteropatriacal. Eso sin olvidar los grupos que defienden a los animales, quienes con toda razón exigirán un respeto a los camellos y a la brutalidad que supone cargarlos siempre con los regalos que pesan lo suyo. Luego, se sumaran lo/as partidarios de la paridad de sexos, ya que los reyes son varones nada más y no hay ninguna mujer – terrible problema porque son solo tres- .pero bueno ese es otro problema que no viene a cuento ahora. En este último punto menos mal que para resolverlo ya tenemos decisiones de determinadas alcaldesas de cierto matiz político están cambiando las cosas acabando con el problema y hacen cabalgatas con magas o sillas caseras más o menos adornadas para sustituirlos.

Concluyendo…la movilización general en las calles ya estará servida y las calles se llenaran de tontainas exigiendo diferentes derechos. Tontainas que en este país parece que hay muchos y que se multiplican con exponencial rapidez. Y nuestros comunicadores mediáticos tendrán tema para mucho…mucho…muchísimo tiempo para seguir atontándonos con sus sesudas reflexiones. Pero bueno como todos los relatos tontos, este también debe tener siempre un fin bonito, este termina con que la señora herida en el ojo y el rey Baltasar después de salir tanto tiempo juntos en los juzgados y en las tertulias de la prensa, se encariñaron y se fugaron juntos a un lugar tranquilo – creo que a Bruselas - donde viven felices comiendo perdices, apartados de tanto imbécil que les rodeaban.

Lo triste es que mientras…estamos con estas memeces y otras parecidas, más de 3 millones de españoles siguen en paro y sin vislumbrar la salida a su drama. Porque de nuestros actuales políticos nada podemos esperar. Sin duda en nuestro país ya no caben más tontos, estamos tan desbordados que apenas cabemos en las calles. Yo, por si acaso pienso pedir este año a los Reyes Magos y a Papa Noel, antes que los destituyan y desaparezcan, que traigan trabajo para todos y un caramelo para mí. ¡A ver si hay suerte y los imbéciles no lo impiden!.