El incivismo convierte el Hacho en un estercolero, inundado de prospectos de un medicamento y residuos de todo tipo

Una mañana cualquiera de fin de semana, una, usted mismo, sale a pasear a aprovechar el inigualable entorno natural del que dispone Ceuta. Elige irse al Hacho a dar un paseíto, tal vez a transitar por el entorno del mirador de San Antonio o de la Fortaleza, a respirar fuerte y dejar que todo el aire con olor a pino, depurado, fértil, hiriente de limpio, le inunde los pulmones y le haga sentir bien. Tal vez quiera después seguir hasta la ‘pota’, para seguir oliendo a pino sin perder de vista el mar, ese espejo de plata que es estos días entre nublados y soleados, que a veces ofrece azul, a veces gris, para enfilar después el camino de ronda y recuperar el centro urbano atravesando el Sarchal y disfrutar de la tranquilidad del barrio y sus magníficas vistas.  Con lo que no contaba seguro es con que a su camino, la indignación iba a parecer al comprobar como sus vecinos, tal vez usted mismo, son unos maleducados a los que la madre naturaleza debería condenar por tóxicos con ella, por contaminantes, por incívicos al fin y al cabo.

En su camino va a tener que lidiar con un recorrido lleno de mierda. Hablemos claro. De desechos lanzados por ¿personas? Puede recorrer todo el pasillo de bebidas del supermercado en una sola cuneta, desde cervezas de calidad y marca blanca hasta combinados sin alcohol que emulan el cocktail de moda, zumos, batidos, leche, vino, lo que usted quiera. Todo en forma de desecho arrojado a las raíces de esos pinares, a ese monumento natural que es el monte, patrimonio de todos, y que algunos consideran su particular papelera, sin pararse a pensar en quién lo va a limpiar, en el daño que le hacen a la naturaleza que allí vive, que es su casa, como si en el salón de su casa, en su cama mismo, dejaran los residuos, las colillas, los cartones vacíos, las botellas tiradas.

O ¿por qué no? Una caja y un par de bolsas de basura llenas de prospectos de un medicamento a base de ibuprofeno (decenas y decenas) en medio del pinar que se contempla desde hace años, antes seguro del mal nacimiento del que los tiró allí como un cerdo cualquiera, sin educación, ni civismo, ni respeto por los demás ni por sí mismo. Le parece llamativo. Hay desodorantes, hay sacos de sabe quién qué, hay mucho plástico de todo tipo de productos y sobre todo al parecer hay impunidad total para contaminar el medio ambiente, por muy protegido que esté, tal es el caso del Hacho.



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