A eso de las una salía del Decathlón y me encuentro en la puerta de mi coche una pelea entre dos niños (Mena), de dos pandillas diferentes.

Uno le estaba zurrando al otro y lo primero que hice, de momento soy incapaz de no hacer nada en ese tipo de situaciones, fue separarlos.

El "ganador" y su pandilla procedió a seguir su camino mientras que el perdedor rompía a llorar con el consuelo de dos de sus amigos al lado.

Lo primero que sentí, con independencia de todas las demás consideraciones, fue pena, sentí mucha pena por ese niño, seguramente porque nunca gané una pelea en mi vida.

A continuación le pregunté que qué había pasado, ni papa, el chaval no entendía ni una palabra.

Con la cara algo magullada y un poco de sangre en la nariz, lo único que reflejaba su rostro era impotencia.

Cuando ya me iba, caí en la cuenta de que me habían sobrado cinco euros del decathlon y se los di: gran sensación por cierto el sentirme que ayudaba al pequeño pero sobre todo gran sensación al ver la cara de ese niño; entre sorprendido y medio llorando farfulló: "gracias".

La cara de ese niño, fíjense ustedes que no paro de decir "niño" cambió automáticamente y expresó sorpresa (¿en serio que me estás dando dinero?), pero también agradecimiento (macho, hacía tiempo que nadie me trataba con respeto)

Imagino que los mal pensados dirán que hice mal porque ese dinero se lo gastará en tabaco o a saber qué, yo, primero, me es indiferente lo que piense esa gente (soy errático y fallo con frecuencia) y, segundo, prefiero pensar que se compraría un bocadillo o un dulce.

Luego me monté en el coche y pensé sobre lo fácil que es opinar sobre estos menores no acompañados desde el salón de tu casa, con un plato de comida sobre la mesa, con una cama para echarse la siesta, con un armario con ropa de invierno y verano.

Eran niños, solo niños, 15 o 16 años máximo. Ya sé que su adolescencia (ña del lector) fue modélica, lo cual les da derecho a criticar a estos niños, pero yo recordé la cantidad de tonterìas que hice con esa edad, ejemplo: alguna tableta de chocolate de algún supermercado cayó..., sí, ya sé, pa matarme, qué niño mas malo y malcriado: si se llegan a enterar mis padres...

¿Quiere decir esto que estoy justificando acciones violentas de estos críos? No, claro que no, el que piense eso es que no está entendiendo nada.

Quiero decir que a veces es muy difícil exigir comportamientos cívicos a niños criados sin amor y rodeados constantemente de violencia. ¿Estoy justificando las acciones....? No, ya he dicho que no.

Hace unos días hablaba con una madre que me contaba lo agobiada que estaba porque su hijo de 16 años, en vez de llegar a su casa a las dos de la mañana cuando salía, como le ordenaba su madre, llegaba a las cinco y a veces hasta perjudicado...

Yo me pregunto: ¿cuántos padres están pasando por una situación parecida?

Y me pregunto: si estos niños con la atención constante de sus padres, con el interés y la preocupación de sus padres, se comportan así, ¿cómo se comportarán estos menas que no tienen a un padre o madre encima o que reciben amor a cuenta gotas?

Porque claro, como preguntas me surgen muchas, ejemplo: si Froiland de todos los Santos hubiese nacido llamándose Joselito, alias el melenas, hijo del Pacote y La Tartana, en las tres mil viviendas de Sevilla, ¿se comportaría y haría las mismas cosas que hace ahora? 

¿Le pasarían de curso por ser quien es?

Humanidad y algo de cariño, creo que con un poco de eso, quizás, solo quizás, no serían tan "malos".