S. J.

Dado que la política en este país y en general es una gran mierda, dado que opino que vivimos en una "democracia" ficticia, democracia basada en unas leyes que se vulneran a antojo y capricho del "poderoso" (nota mental: son poderosos únicamente porque gestionan el dinero), dado que en este país, se puede decir sin rubor por un político "controlaremos la sala segunda del tribunal del Supremo desde atrás", sic, y no pasa nada....

Dado que en este país una ministra puede decir quién va a ser el próximo presidente del Tribunal Supremo antes de que se sepa quiénes son los 20 jueces que tienen que elegirlo, y no pasa nada...

Dado que en este país se paga con dinero público a chóferes para ocultar pruebas y se enchufa a gente para entrar en la Policía Nacional, mientras que decenas de miles de mujeres y hombres se dejan hasta la salud algunas veces para conseguir una plaza, y no pasa nada...

Dado que en este país durante años se dieron miles de millones de ayudas "públicas" en Andalucía y nadie se enteró ni sabía del asunto, y no pasa nada...

Dado todo eso y mucho más, ¿para qué enfadarnos si somos simples monigotes?

Poco podemos hacer, bueno, algo sí, pero no voy a entrar a debatir sobre el asunto.

Pero hay algo que sí que depende en exclusiva de nosotros y que nadie nos puede quitar: vivir.

¿Han visto ustedes el video que navega por ahí sobre el tiempo que pasamos con nuestros seres queridos?

Imaginemos simplemente a dos hermanos/as que viven en la misma ciudad (ni les cuento si viven en diferente ciudad), y que por esas cosas de la vida -trabajo, niños, estrés, etc-, solo se ven una vez al mes y durante un rato. 

Si yo les dijese que el tiempo que les queda a esos dos hermanos/as para compartir momentos durante el resto de su vida, si siguen con la misma dinámica, es de 45 días...¿qué pensarían ustedes al respecto?

¿Y qué pensarían si a la vez les digo que esos dos hermanos/as, que viven en la misma ciudad, van a ver a sus padres con una frecuencia parecida a la anterior y que por lo tanto les quedan 45 días para disfrutar de ellos?

Habiendo llegado a este pensamiento que nos genera zozobra e inquietud, me atrevo a proponerles algo: evidentemenre la vida nos marca unos ritmos que nos hacen difícil, la mayoría de las veces, disfrutar tanto como quisiéramos, pero sí que hay cosas que podemos hacer y que dependen única y exclusivamente de nosotros. 

¿Por qué no cogen el teléfono y llama a sus padres ahora mismo para decirles que los quieren y que les agradecen todo el esfuerzo que hicieron para criarlos?

¿Le parece una tontería? A lo mejor a ellos no...

¿Han pensado, los que pueden hacerlo en eso, en que pueden hacerlo? Muchos no podemos...

Si estas navidades discuten con su hermano/a por cualquier tema, política, el cuñado que tengo, etc, ¿por qué no se paran a pensar un momento en lo privilegiados que son por tener a su hermano/a delante? Otros no pueden...

Si quedan para ver un partido de fútbol con sus amigos/as y su equipo pierde, ¿por qué en vez de enfadarse no se paran un segundo y piensan en el privilegio que supone disfrutar de su amigo/a y levantarse para darle un abrazo? (Nota mental 2: no se priven durante el abrazo de maldecir al equipo de su amigo y decírselo al oído..)

Cuando bajen a su mascota a la calle y suba con los pies mojados de la lluvia y ensucie el piso, ¿por qué en vez de enfadarse, no piensan en lo maravilloso que es tener a ese ser que tanto le ama su lado esa noche dàndote calor?

Apelo por el disfrute de los momentos, por vivirlos con total hedonismo, apelo por vivir y disfrutar de cada momento en el que no te duele nada (la fascitis me está matando...), abogo por pararte a mirar cómo sale el sol y se refleja en la playa de la Ribera, apelo por disfrutar de ese desayuno que tanto le gusta o por regodearse con el trozo de turrón de suchard (el mejor) que se van a meter en la boca. Apelo por disfrutar de esas cañas con los amigos en la calle o por disfrutar de esa cena navideña a pesar de que tu cuñado sea pesaete.

En definitiva lo que trato de hacerles llegar es muy simple: vivan, aprecien, quieran, amen, no odien, empaticen, disfruten, no se enojen, intenten no discutir o incluso disfruten de esa discusión (recuerden, son afortunados por poder discutir con sus padres), perdonen, abracen, jueguen, charlen, aparquen el móvil en la cena, cojan a su sobrino en brazos, mimen a su amigo/a, siéntese a charlar con su abuelo/a, échese a su perro encima en el sofá, mire las travesuras de su nieto y ríase, en definitiva: esos momentos son los que se van a llevar y nadie, ni siquiera los que nos manejan a su antojo se los podrán quitar.