Mi patria, la libertad. Mi bandera, la diversidad. Lo digo un 21 de Mayo, un día cualquiera para algunos pero, no lo es. Por dos motivos: interculturalidad y di-versidad. Y por un objetivo común: la diversidad cultural, que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la define como “el patrimonio común de la humanidad, fuente de renovación de las ideas y las sociedades que nos permite abrirnos a los demás y concebir nuevas formas de pensar”.

Conmemoramos un día que nos da la oportunidad de pensar, actuar y avanzar para que el término globalización tenga sentido en este mundo. Identidad, con-vivencia, para la Plena Ciudadanía.

Identidad, curiosa palabra ¿verdad?. Tan compleja, tan subjetiva, pero con connotaciones comunes. Un gran amigo dijo aquello de ''tu identidad es tuya, no la simplifiques. Hay que estar orgulloso de tanto que cada parte de nuestra identidad nos aporta. No necesitamos de la aceptación de nadie para sentirnos parte de algo''. Toda la razón, comenzaremos la senda de la interculturalidad cuando cada parte de nuestra identidad construya el camino de la diversidad, cuando en nuestro interior afirmemos que la diversidad nos hace más iguales, más humanos. De esa forma conseguiremos llevar la bandera, una bandera común, construida por la ciudadanía, una ciudadanía horizontal, rica en igual-dad, en justicia, en convivencia.

Convivencia, interacción, que hacen posible expandir el mensaje unánime de respeto y tolerancia. Caminar juntos para ser iguales dentro de nuestra diversi-dad. Conocernos sin barreras mentales ni imposiciones llenas de odio, consi-guiendo así alejar la multiculturalidad y la coexistencia para estar más cerca de la interculturalidad.

La vida sólo se vive viviéndola, sólo se vive conociendo y descubriendo, día a día, lo que nos rodea. Es prácticamente imposible no hacer referencia al maes-tro de la convivencia, al “ciudadano del mundo” Pedro Zerolo, que, por sus ac-ciones y su convicción por la libertad nos hizo libres, porque con el esfuerzo de los que, como él, han luchado con uñas y dientes para tener unos derechos y libertades intocables y, como él decía, “ la interacción de las culturas, la riqueza de la diversidad es lo que verdaderamente nos identifica como ciudadanía”. A partir de esa afirmación parte nuestra lucha, nuestro camino para conseguir la Plena Ciudadanía.