S. J.

Antes de empezar mi artículo quisiera pedir perdón por la cantidad de comentarios machistas que escribiré, la mayoría de ellos sin darme cuenta, se lo prometo.

Estamos ahora algo liados con el tema de la prostitución, que si deberia ser legal, que si debería prohibirse, que si están en su derecho, que si están esclavizadas.

Como ven ustedes al utilizar el género femenino me estoy centrando en la prostitución femenina, dejo aparte la masculina, que también existe, para centrarme en aquella que es más visible y cuantiosa.

Dejando aparte el tema de las mafias, condenables, y dejando fuera de la ecuación a las mujeres que son engañadas o sometidas a prostituirse, les planteo una pregunta: ¿qué ocurre con la mujer que voluntaria y conscientemente "entrega" su cuerpo para obtener un beneficio?

Podemos actuar de forma hipócrita y mentir o podemos intentar afrontar la realidad, o sea, existe la prostitución desde tiempos inmemoriales.

Y lo que también es factible pensar es que difícilmente dejará de existir.

Bien, podemos enfrentar la construcción social del cuerpo de la mujer desde una perspectiva del "cuerpo de la mujer como delito" o desde una perspectiva del "cuerpo de la mujer como transacción económica". En la primera perspectiva se alinean los prohibicionistas; en la segunda los que pretenden hacer de la prostitución una profesión.

Evidentemente no podemos negar el estigma social que ser prostituta conlleva; la sacralización del sexo en Occidente a la que se le añade el peso "in misirecorde" de una religión puritana e implacable, ha hecho que la prostitución haya sido vista no solo como un pecado, sino como un delito perseguible por los Estados.

Alegan temas como que el trabajo va en contra de la dignidad de la mujer y la somete a hacer algo que no quiere.

Me surgen preguntas: ¿cuántos de ustedes van por la mañana a trabajar sabiendo que su dignidad va a ser pisoteada? ¿Se les maltrata su dignidad cuando van a trabajar para aguantar a un jefe cabrón y por un sueldo miserable?

¿Nos planteamos cómo es la dignidad de un basurero, un sepulturero o un/a cuidador/a? Pienso...

Si vamos al bloque que defiende la prostitución como profesión, hay algo que está de su parte: es innegable la transacción que se produce: presto un servicio por el que se me remunera. Repito: estoy dejando fuera a todos los casos de extorsión, proxenetas, etc.

¿No sería más práctico y honesto reconocer que la actividad existió, existe y existirá, y por lo tanto regular esa actividad?

Desde una perspectiva meramente económica las arcas del Estado se verían enormemente incrementadas y para aquellos que recurrieran a la moralidad de esos ingresos les recuerdo que todos los días vendemos armas a países para matar a personas...

No sé, yo creo tener medio claro qué opción elegir, ¿y ustedes?

Porque, y esto ya es algo muy personal, lo que me cuesta trabajo asumir es la hipocresía: vemos mal a la prostituta de la calle pero aplaudimos en programas y compramos revistas para ver la casa de la que se casó con el escritor tal, con el futbolista cual o con el ministro pascual...

¿Cómo se llama eso? ¿Lista, inteligente, práctica?

Se me vienen muchos nombres a la cabeza pero no viene a cuento, pero lo que sí es cierto es que el trasfondo económico existe, hace tiempo que dejé de creer en cierto tipo de amores..., por lo tanto empleemos el término prostitutas y no putas, porque a fin de cuentas yo no veo la diferencia.