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Colegio Oficial de la Psicología de Ceuta (COPCE)

Pese a que la probabilidad de aparición de problemas de salud física y mental es similar, esta última no suele abordarse en el contexto escolar con la misma frecuencia.  

Así lo afirma la Red Europea de información sobre educación de la Unión Europea (Eurydice),  en el artículo que bajo el título Mental Health in education: an unspoken issue of our age (Salud mental en los centros educativos: un problema del que no se habla en la actualidad) aborda el tema de la salud mental en el ámbito educativo y el impacto que conlleva “descuidarla”.

Tal y como advierte la Red, hablar sobre los problemas de salud mental sigue siendo un tabú para la sociedad, especialmente en relación con los niños. Sin embargo, pese a la tendencia a evitar el tema, la Organización Mundial de la Salud estima que hasta uno de cada cinco niños y adolescentes presentan problemas de desarrollo, emocionales o de conducta, y uno de cada ocho tiene diagnosticado un trastorno mental.

A este respecto, el artículo recuerda que los problemas de salud mental se desarrollan temprano, indicando que el 50% de los problemas de salud mental en adultos comienzan antes de los 15 años y el 75% antes de los 18 años. Asimismo, según un estudio de 2015 sobre salud mental en centros educativos europeos, cerca del 10% de los escolares de entre 6-11 años requiere algún tipo de atención a la salud mental, y el 76% de ellos nunca ha acudido a ningún profesional de la salud mental (Kovess et al., 2015). Por ende, los docentes también puede verse afectados por problemas de esta índole: según una encuesta británica de 2017, el 50% del profesorado entrevistado habría sufrido un problema de salud mental relacionado con el trabajo en los últimos dos años.

A pesar de estos datos, la Red Europea alerta, en línea con el último informe de la Unión Europea sobre Acción Conjunta en Salud Mental y Bienestar -, de la escasez de políticas específicas de salud mental dirigidas a niños y adolescentes, así como de los exiguos recursos dedicados a este grupo de edad y la falta de intervenciones orientadas a grupos de jóvenes “en riesgo”.

Por otro lado, Eurydice pone de relieve el riesgo de que muchas “políticas bien intencionadas” refuercen inconscientemente los problemas de salud mental, haciendo hincapié en este sentido, en la tendencia internacional a realizar extensas pruebas estandarizadas en los centros escolares, con el fin de evaluar el éxito o fracaso de las políticas educativas existentes, y “satisfacer la necesidad de datos estandarizados sobre el rendimiento de los alumnos". De este modo, pruebas como el Estudio PISA de la OCDE, que constituye hoy en día un punto de referencia importante para comparar los diversos Sistemas Educativos, pueden ser una fuente de ansiedad y estrés tanto para los profesores como para los estudiantes.

Resalta también la falta de reflexión en relación con el impacto del entorno escolar en los jóvenes potencialmente vulnerables: si los niños internalizan la idea de que las dificultades escolares son un signo de debilidad, pueden tratar de ocultar sus problemas y desarrollar un miedo al fracaso. Esta situación, no sólo es perjudicial para su aprendizaje, sino también puede serlo para su salud mental.

La Red Europea finaliza su artículo afirmando que la responsabilidad en la aparición de problemas de salud mental no recae únicamente en los Sistemas Educativos, si bien pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de abordar este tipo de problemas. Sin embargo, señala, “si vamos a abordar este problema, primero debemos reconocer que existe”.