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Sandra López Cantero

Gracias Rubalcaba, gracias no únicamente por todas las cosa que hiciste en política, sino también gracias por enseñarnos que este mundo merece la pena, que aunque los líderes de ahora están más preocupados en mantenerse que en servir, en el marketing antes que en las ideas, en la confrontación y manipulación, por encima de la verdad y los principios, aún hay esperanza para quienes hemos decidido alejarnos de la política, no del partido, hasta que la razón y la ética acaben de nuevo dominando al ego y al narcisismo. 

He contado muchas veces que me afilié gracias a Zapatero. Y lo hice cuando perdimos el Gobierno, porque creo que es cuando más nos tenemos que acercar, en las derrotas se palpa a quienes no están por el interés. Pero también quiero contar que contigo viví mi primer Congreso. No eras mi candidato, pues aposté por Chacón, pero ese día pude ser testigo de la fraternidad que siempre ha existido en el PSOE. Tras ganar, tanto quienes apoyábamos a ella como quienes apostaban por ti, arrimamos el hombro a una para seguir construyendo puentes, conquistando cimas de derechos y libertades. Ahora estáis juntos de nuevo. 

Y aprendí, aprendí de tus lecciones, de tu sabiduría, de tu sentido de Estado, ese sentido que me ha llevado siempre a saber que España está por encima de cualquier cuestión partidista. La España del consenso, del diálogo y los acuerdos. Esa es la política que me gusta, la que me representa. La política que me hace saber que aún sí sigue existiendo derecha e izquierda, pero que no podemos caer en el error del fanatismo y el infantilismo, es decir, en el error que nos hizo romper el partido en dos cuando tú dejaste la Secretaria General. 

Y también aprendí que el rencor no tiene cabida en la política, mucho menos la avaricia y el poder por el poder. 

Siempre he dicho que tú fuiste quien le otorgó la importancia que tiene la secretaria de igualdad en la ejecutiva. Reuniones casi quincenales, algo que no gustaba a todo el mundo, pero que sembró la semilla para que ahora nadie se atreva a desdibujar ese paso hacia el feminismo como ideario del socialismo. 

Hay una generación que ha ganado contigo, que ha caminado a tu lado en los mejores momentos. Pero ahora existe otra generación que perdemos con tu marcha, yo me considero de esa generación huérfana que percibe que a veces nos hemos alejado de nuestra identidad, aunque  de nuevo estemos en el camino. 

Y ahora espero que quienes te han añorado sepan calar ese discurso tuyo, ese al que hacías referencia cuando recordabas que "el PSOE debe ser un partido que dice siempre lo que piensa, que piensa lo que dice y que cumple lo que promete. Que hemos de ser siempre coherentes, pero nunca dogmáticos. Que tenemos que ser honestos y austeros. Recalcaste que tenemos que subordinar los intereses personales a los intereses del partido. Y el interés del partido, al interés general. Los socialistas somos la izquierda que quiere gobernar y que no limita su acción política únicamente a protestar, que sabe que no nos volverán a votar por lo que ya hicimos sino por lo que seamos capaces de proponer para el futuro. 

Los socialistas tenemos que ser leales, antes que nada con nuestros compañeros. Nadie sobra. Nos hiciste ver que nuestra relación con el poder es una difícil tarea para la izquierda, porque muchas veces no se entiende. Tenemos que alcanzar el poder para transformar, para buscar la igualdad y la justicia. Tenemos que llegar al poder para dárselo a quienes no tienen otro poder que el que les da la democracia. Para eso queremos el poder.

En resumen, coherencia, trabajo, lealtad, defender siempre los intereses generales, austeridad y honestidad, mucho trabajo, innovación y lealtad".  Él tenía el convencimiento de que el olvido de uno solo de esos principios traería  muy malas consecuencias, que es algo que la ciudadanía no perdonaría. Y no lo haría porque a la izquierda se le debe medir por la calidad de su proyecto político, por la fortaleza de su liderazgo, pero sobre todo por el respeto a sus principios y a sus valores, por su ejemplaridad. Seamos ejemplares. 

Y termino recordando que el voto no se compra con falsas promesas y actitudes mercenarias, el voto se gana con honestidad, por derecho propio. 

¿Verdad Rubalcaba?