Al Gobierno no le molesta el botellón, pero sí los bares


Al Gobierno no le molesta el botellón, pero sí los bares

- En Nochevieja Gobernación denunció a los bares de Ricardo Muñoz, pero no hizo ninguna actuación por el botellón

- Los hosteleros se muestran molestos por el estado en el que quedó la plaza y comparan el trato de inspección constante que reciben ellos con la laxitud hacia esta actividad más molesta que la suya

Una vez más Ceuta vuelve a mostrar sus peculiaridades. Mientras en el resto del país se ha generado en los últimos meses un auténtico debate público sobre el consumo de alcohol por parte de los menores, en la ciudad, los bares de la plaza de Ricardo Múñoz contemplaron con estupefacción como la Policía pasaba de largo del grupo de decenas de personas que hacían botellón en la plaza y se adentraba en los establecimientos para pedir licencias de ampliación de horario.

Según el consejero de Gobernación, Jacob Hachuel, en Nochevieja, la Policía Local cursó denuncias a los establecimientos por sacar barras fuera sin contar con permiso para ello, pero no por exceder el horario. Podían abrir hasta las 7 de la madrugada. El horario especial de Nochevieja les permitía hacerlo hasta las 6, pero todos solicitaron una ampliación del mismo de una hora, según Hachuel.

“Yo les dije a los policías que lo llamativo es que vinieran a pedirme un permiso a mí, mientras en la calle consumían alcohol menores y hacían botellón sin que la Nacional ni la Local les dijeran nada”. Y es que “no hubo violencia. Fue todo tranquilo” porque precisamente la plaza contó con presencia policial permanente, ha explicado uno de los hosteleros de la plaza.

Las imágenes hablan por sí solas. La plaza acabó como un auténtico campo de batalla con una ingente cantidad de basura esparcida por el suelo. Los restos del botellón. “Estamos un poco hartos de que todos los problemas nos los achaquen a nosotros, los bares. Si hay ruido o basura la culpa es siempre nuestra, pero no del botellón. ¿El botellón no hace ruido y los bares sí? Eso nadie lo controla. Y luego, que de normal aquí puedes comprar alcohol a partir de las 22 horas que está prohibido en cualquier sitio, gasolineras, tiendas y quioscos”, se ha quejado el presidente de los hosteleros y de la Cámara de Comercio, Karim Buláix.

Y es que tras la muerte de la niña de 12 años por pasarse con el alcohol en Madrid, desde las autoridades estatales anunciaron una ofensiva para tratar de controlar el problema de salud pública que parece no haber quedado en nada, y menos aún haber tenido repercusión alguna en la ciudad. Donde el Gobierno no parece haber movido ficha y sigue en la misma vigilancia exhaustiva hacia los establecimientos de hostelería, pero no hacia el consumo de alcohol en la calle, que en muchos casos es por parte de menores, ni tampoco a quienes venden ese alcohol, incluso fuera de horario.

Buláix apunta como el resto de hosteleros a cierta competencia desleal. Y ponen como ejemplo que mientras en Madrid a ninguna tienda o gasolinera se le ocurre vender alcohol a partir de las diez de la noche porque está vigilado, aquí se puede conseguir alcohol a cualquier hora, “incluso el día de Nochevieja abrieron a partir de las doce quioscos que normalmente no ofrecen alcohol con ofertas de botellón”, señala otro hostelero.

“Yo sé que de normal, los bares vigilan la venta y el consumo de menores y no lo permiten, menos aún en la calle, pero lo del botellón no lo está vigilando nadie”, apunta un hostelero. Esto es quizás lo que más les molesta y preocupa. "Había cien niños que se estaban poniendo como piojos. En cualquier bar mínimamente normal el acceso y la venta se controla; pero en la calle parece que todo da igual", espeta tajante Buláix.

Eso y el estado en el que tuvieron que trabajar en Nochevieja, con la plaza llena de basura. “Cerramos todos a las 21 horas y ahí pasó Trace y lo dejó todo recogido, pero luego llegaron los rebuscadores de basura y lo dejaron todo esparcido por la plaza, así que cuando después de las uvas, se produjo esa quedada para el botellón en la plaza cuando a las cuatro de la mañana la gente se fue yendo todo era un absoluto desastre”, dice uno de los hosteleros de la plaza de Ricardo Muñoz.

 

Al Gobierno no le molesta el botellón, pero sí los bares


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