Realidades

“En el “Camp Base” de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, el día comienza mucho antes de amanecer y, a veces (o sea, siempre), le cuesta trabajo terminar con la madrugada.

 

Existe un extraño hermanamiento entre los actores de esta tragedia, ya lo hemos comentado, pero esa fuerza se acrecenta por día y el idioma es cada vez más común. A cada vez nos cuesta menos comprendernos, probablemente será inversamente proporcional a la vida en ese “Matrix” en que todo es de un color más o menos rosáceo y tan lejos nos pilla. No se trata del clasismo típico de los veteranos de guerra que enseñan medallas y cicatrices, excluyendo a quienes no tienen el privilegio de conocer el olor a pólvora. Aquí estamos en otra cosa. No se trata de enseñar los visados de países en crisis para hacer valer la experiencia….porque de eso mis humildes compañeros de Cruz Roja Española saben un rato largo. No, es una extraña comunión que se establece entre quienes ven el sufrimiento como una “putada” y sufren con las penurias de quienes la padecen. La cara de esa periodista relatándome su reportaje era toda una declaración de intenciones. Que duro es lo duro, ¿por qué siempre le toca a los mismos?

 

Cada uno intenta hacer pasar el mensaje a su manera: Haiti debe sobrevivir al decaimiento informativo. Complicado, muy complicado. Al parecer, las ruinas del municipio de Carrefour, los heridos en los jardines del hospital, el hedor de los fallecidos o las ruinas del colegio de Leogane pesan menos que esa “juntada” de Canadá donde, pisando moqueta, los que mandan decidirán, una vez más sobre el futuro de Haiti pero sin los haitianos. El despotismo ilustrado tiene más seguidores de los que nosotros nos creemos, a la vista está. Haití también existe, a pesar de la conferencia de donantes de Canadá. Parece que todos estamos condenados a tener memoria de pez (¿quién mide la memoria de los peces y cómo se hace?) y a tragarnos lo que nos echen. De pronto, el hedor a muerto ha desaparecido de las calles de Puerto Príncipe, las réplicas son menos réplicas o no son, las necesidades que hace cuatro días aún llenaban editoriales y tertulias en barras varias ya son menos, mucho menos y Haití ha dejado de estar en el mapa para dejar su sitio a las ofertas de los Resort de la República Dominicana. Así está montado el tinglado y así lo aceptamos; esto sí que es perturbador. Memoria histórica reciente ya!

 

En la destrozada sede de la Cruz Roja Haitiana, los compañeros (sólo se les puede llamar compañeros) de Bomberos en Acción han decidido ayudarnos a sacar del edificio una serie de documentación vital para la vida la Organización. La contabilidad no entiende de terremoto. Es lo que hay. El edificio está totalmente reventado (entre otras cosas, le falta toda una pared y desde dentro se puede ver una maravillosa panorámica de Puerto Príncipe) y sólo se sostiene en un par de puntos por dos caprichosos anclajes que amenazan con ceder en cualquier momento. Ellos entran; nosotros también. Hay que ser rápidos. Se forma una cadena humana. Los integrantes de Bomberos en Acción lo tienen claro, y hay que aprovechar cada segundo…. ellos saben.

 

Con suma delicadeza van derribando tabiques para que las vibraciones no desencadenen algo peor. El sudor corre a raudales. Esto no es un rodaje de Hollywood, ni mucho menos. De pronto, lo imprevisible nos paraliza a todos. Una réplica hace vibrar el edificio mientras las miradas se cruzan buscando el apoyo imposible. Quien está cerca de la calle, salta hacia la seguridad del suelo firme. Los que se quedan esperan a que no ocurra nada, “nada más” quiero decir. Los bomberos no dicen nada, no pueden, nadie puede. Termina el movimiento tectónico. Forzamos la máquina; hay que acabar antes de que la Naturaleza se de cuenta de que hemos logrado zafarnos de sus garras. Tregua. En el Hospital de la Paz, los hispanos han logrado restablecer una cierta normalidad, sólo “cierta” normalidad. Un anestesista nos asegura que pronto se irán, que la emergencia está a punto de acabar (cosa que es cierto) y que sólo van quedando patologías banales….¿Hay algo banal en Haití? Lo cierto es que las escenas dantescas van desapareciendo….al menos de la calle.

 

En el mismo hospital, pocas dudas en cuanto a su procedencia deja el acento de dos técnicos en emergencias que intentan arrancar una ambulancia americana (de esas con cajas intercambiables que tan buenos resultados está dando, según para quien, claro) con todo el ingenio del mundo. Cambiando piezas, usando la imaginación que procura lo hispano y apelando a la benevolencia de la propia ambulancia, ambos técnicos me preguntan el lugar de procedencia. Sin duda, la palabra Ceuta sigue siendo mágica en todo el mundo.

 

El responsable del 061 de Andalucía, Francisco Bonilla, está presente en la emergencia y, como no, es de la Ciudad de los dos Mares. Presentación, abrazos, alegría, cruce de emociones, más abrazos. Me cuenta que estuvo en Ceuta con la UME para dar un curso sobre emergencias sanitarias, que todo ha cambiado mucho y para bien, que desde Sevilla echa de menos el Hacho y García Aldave (que lejos me parecen a mí también) y que le ilusionaría llevar a su madre a ver a la Vírgen de África…. “cualquier día, cualquier día” repite varias veces. Otro abrazo y a seguir trabajando. Fraternidad.

 

Nicolás Castellanos, de la Cadena Ser, me entrevista para el programa La Ventana junto con otro médico desplazado hasta Puerto Príncipe desde Navarra. Pasamos después de una entrevista a Ferrán Adrián. Surrealismo en estado puro. La vida sigue, pasó la burbuja informativa y hay que agradecer que algunos se acuerden de Haiti. Sincero agradecimiento a los que aún piensan en este pueblo, muy sincero agradecimiento.

 

La tarde cae poco a poco. Me desplazo a un campamento para ayudar a un reparto de cubos, depósitos, mosquiteras y mantas que, un día más lleva a cabo Cruz Roja Española. Se viven algunos momentos de tensión hasta que comprueban que hay para tod@s. Sudor, trabajo y satisfacción. Al finalizar la distribución, todos son parabienes y abrazos. Se acerca un joven y me aborda en francés. Le explico que vengo de España. Él, que no tendrá más de 25 años, me abraza en un arrebato y me dice “gracias por todo, dile a tu gente que muchas gracias, que gracias a ellos mi gente ya tiene donde almacenar agua y ya podrá taparse”.Lágrimas retenidas. Joder que fuerte. Le insisto que Cruz Roja y los españoles siempre están, que nunca fallan, que no le vamos a dejar. Vuelve a decirme que nos lleva en el corazón. El último abrazo me tatúa emociones por todo mi ser. Yo no vine a esta “guerra” a luchar contra los elementos. Aquí todo es en estado puro, a quemarropa, sin más….y tampoco menos. Verdad.

 

En el viaje de vuelta, me rindo. El intenso calor, las vivencias y el cansancio me transportan. Sobresalto, no puedo dormir, hay tanto que hacer, queda tanto por hacer. Mi tarjeta de delegado se está deteriorando por momentos, el sudor y el intenso trajín están acabando con ella; el mismo calor y el polvo del “Camp Base” de Cruz Roja han dado buena cuenta de mi ordenador aunque, eso sí, la cámara resiste como un jabato a pesar de las muchísimas fotos realizadas (alrededor de 6 gigas) y del peor trato recibido. Que lejos queda todo de aquí, aunque a algunos les resulte muy cómoda la relativa cercanía. En las calles cada vez son más frecuentes los convoys de Hummer llenos de Marines armados hasta los dientes (y cómo iban a ir si no, pensamiento absurdo). Aquí, como en Leogane, los helicópteros de reconocimiento siguen con su particular la labor. A lo lejos, la inquietante silueta del helicóptero de ataque Apache se desdibuja en el horizonte de la masacrada Puerto Príncipe. Mala señal.

 

Realidad de Haiti, muchas caras para una misma moneda….lo mismo de siempre”.

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