- Entramos, oficialmente ya, en el estío. El verano no sólo se ha instalado entre nosotros sino que, un año más, sube en las escalas de mercurio que, por los tiempos que corren, deben ser las únicas medidas que no dependen de la especulación y la codicia, algo es algo.

A escasas horas de la primera de las grandes huidas hacia los paraísos de cartón piedra, todo se da por cerrado, finiquitado, clausurado, aplazado, terminado... Tanto que hasta sus Señorías se van a dar un descansillo. Lo cierto es que, estando las cosas como están y estando ya más que sobradamente alcanzados los objetivos de recuperación, los papas y mamas de la Patria tiene merecido un descanso... Total, nadie (o sea, nosotros) les va pedir cuentas por nada.

El verano tiene estas cosas. Será por el sopor que nos invade, por las ganas de salir corriendo o por el masacreo acumulado de todo un año de mierdas superpuestas, el caso es que en Julio y Agosto se decreta amnesia general y todo el mundo a chapotear en el calentito baño de las vacaciones, moderna versión ésta de la archiconocida postura de la avestruz.

En verano, todo se admite menos ejercitar la masa neuronal para realizar movimiento crítico alguno... Bueno, como si de eso estuviésemos sobrado el resto del año.

Son días de intervenciones políticas estériles en los medios de comunicación, de entrevistas a ministros o a portavoces bronceaditos todos y ataviados, como un solo hombre/mujer, con el polito del que juega al polo y nunca acaba de rematar la jugada; días de pelotas y flotadores, de fichajes de ensueño o de oportunos y luptuosos sucesos que nos tienen entretenidos entre espeto y cañita. Todo vale para que, en estos tiempos de relajación, a nadie le de por pensar... No, definitivamente, pensar no mola por los tiempos que corren, está claro.

Y la verdad es que los que tienen diseñado el tinglado tienen toda la razón, pero toda, todita toda del mundo, ¿para qué coño vamos a pensar?

No, definitivamente, darle vueltas a la contaminación nuclear de Japón está de más; tener un pensamiento (sólo un pensamiento, ojo) para los incontables muertos de asco en Haití (lo siento, eso sigue sangrando), sentir cerca a los millones de padres de familia que se enfrentan a diario a la extrema necesidad de los suyos, a las injusticias acumuladas, darle vueltas a la incomprensible avaricia de los siempre, a lo mucho que tienen unos pocos, y a lo nada que tiene la mayoría, reflexionar en torno la forma que esquilmamos los recursos naturales, analizar los alimentos llenos de artificios que producen algo más que enfermedades, pararnos a analizar los engaños en HD versión 3D que a diario nos meten por los cinco sentidos para conformarnos y todos tan felices y creer que otro mundo es posible no es, sin lugar a dudas, algo propicio para estos meses de relax y disfrute en los que la mierda parece dejar de oler. Benditos tiempos sean.

Ya lo ven, aquí al Sur del Edén, pensar es algo que sutilmente se restringe en verano, aunque, como dice mi mañica preferida, el resto del año tampoco varía mucho….como siempre, seguramente tiene razón cuando engullimos lo que engullimos sin apenas rechistar. Es lo que hay.

Definitivamente, los recuerdos no son para el verano...