- jueves 18 abril 2024
Mohamed Mustafa
Hay una tendencia generalizada a catalogar los continuos insultos de los sectores reaccionarios hacia las diferentes minorías como meros exabruptos nacidos de la ignorancia. El último lo ha protagonizado el líder del PP, Pablo Casado, al tildar de “partido islamista” a la formación localista Caballas. Lejos de tratarse de una anécdota o un desliz, nos encontramos ante una de las aristas que componen el elaborado discurso de la extrema derecha.
Mohamed Mustafa
El caso del francotirador que planeaba atentar contra el Presidente del Gobierno vuelve a evidenciar el poder del discurso del odio, colocando de nuevo sobre la mesa la derrota social, política y cultural que están sufriendo las democracias liberales en Europa. Navegando sobre una sempiterna crisis económica, la extrema derecha lleva ventaja en la disputa de aquello a lo que Frédéric Lordon denomina “umbrales críticos”: los espacios en construcción, en constante contienda. Esta extrema derecha, que ya ha conseguido su primera victoria al conseguir que las fuerzas conservadoras compitan en el marco que ella establece y que la socialdemocracia module su lenguaje de acuerdo a la misma lógica, redibuja nuevas divisiones sobre lo tolerable y lo intolerable. En su discurso está la certeza. Y todo lo que queda fuera de sus fronteras es “pura charlatanería”.
Mohamed Mustafa
Mohamed Mustafa
Mohamed Mustafa
Mohamed Mustafa
Da igual la reacción inmediata de las diferentes entidades y colectivos musulmanes del Estado condenando el atentado en Barcelona. Da exactamente igual que entre las víctimas se encuentren musulmanes o que los haya también en la sociedad civil que ha respondido de manera ejemplar y solidaria ofreciendo toda su ayuda a las víctimas. Da exactamente igual. Quienes se nutren del discurso del odio han encontrado en el Islam (y todos aquellos que tengan pinta de “moros”) el punto de apoyo para lograr dividir la sociedad en dos bandos: ellos y nosotros. Un dibujo de la realidad que ayuda a desconectarnos de la razón para, automáticamente, llevarnos al plano de las emociones. En nuestras acciones, el rechazo hacia algo tan atroz como el terrorismo es proyectado como un resorte primitivo que nos lleva a la automática y visceral culpabilización de un alguien o algo. Esto que es tan primitivo, también es sumamente potente y peligroso, y los terroristas se sirven de él. El odio es colaborador necesario en los planes del terror.
No son pocos los expertos en la lucha contra el extremismo y la radicalización que han señalado como medida urgente oficializar la enseñanza del islam. Las razones para ello son abundantes. Me centraré en tres de ellas.