A Carlos Rontomé no le ha gustado, como era de esperar, que tanto las juventudes de Caballas como el círculo de Podemos de Ceuta hayan hecho una condena pública del racismo. Sobre los primeros no hablaré, ya que creo que saben defenderse solos. En cambio, y en calidad de miembro activo del segundo colectivo, me apetece contestar, una vez más, a algunas de las afirmaciones del señor Rontomé.

Sus acusaciones han ido en la típica línea: “el círculo de Podemos de Ceuta sólo condena el racismo antimusulmán”. No es verdad. Aunque al señor Rontomé le pueda parecer que nuestro comunicado estaba “plagado de tópicos decimonónicos”, lo cierto es que, aunque fuese a raíz de las pintadas racistas tras el incidente con los sirios de la Plaza de los Reyes, en nuestro artículo se condenaba cualquier tipo de racismo o fascismo, haciendo mención, por ejemplo, al mayor criminal del siglo XX, un tal Adolf Hitler, máximo referente del despreciable antisemitismo que el señor Rontomé dice que no rechazamos. El señor Rontomé nos acusa de no mostrarnos igual de contundentes ante los ataques a cristianos o hebreos. Lo que ocurre es que no somos equidistantes.

Por supuesto que nos resulta abominable que se queme una iglesia, pero no por eso vamos a olvidar una realidad social irrebatible: en Ceuta, el racismo estructural que existe se cierne sobre la población musulmana, sólo hace falta ver los números: aproximadamente la mitad de la población ceutí es musulmana. ¿Acaso está repartido el paro y la pobreza a partes iguales entre las distintas religiones/razas/etnias? ¿Existe una representación institucional acorde a esta realidad? ¿Son musulmanes la mitad de los abogados, jueces, médicos o profesores de la ciudad? ¿Son cristianos la mitad de los niños que nos hacen situarnos como la ciudad con más fracaso escolar del país? No he consultado los números, pero me aventuro a decir que no. Tal vez usted considere que se lo buscan porque no se esfuerzan tanto como la entregada y trabajadora cultura cristiana occidental, igual que muchos opinan que lo que demuestra esta realidad es que, efectivamente, se trata de una “raza” de estúpidos y delincuentes. Yo creo que hay explicaciones políticas, como creo que las hay para el rol subalterno de la población afroamericana en Estados Unidos, por mucho que Obama sea negro. Me parecería ridículo que allí alguien convocara una manifestación para condenar el “racismo antiblanco” estando en un contexto en el que son los negros quienes inundan las cárceles, son cacheados e identificados con mucha más asiduidad que los blancos, fracasan en la escuela, tienen menor esperanza de vida o pasan más tiempo en el paro. Es exactamente esta situación la que propicia la aparición del fascismo, cuando en lugar de ir a la raíz del problema, se culpa a la víctima.

En Estados Unidos, los racistas acusan a los negros de delincuentes y de vivir de las ayudas sociales. En ningún momento se paran a pensar en por qué ocurre lo que ocurre, en cómo es posible que sea siempre la misma comunidad la que ocupa los peores índices sociales, en cómo es posible que casi siempre sean chicos negros de familias desestructuradas los que acaban en la esquina del gueto vendiendo droga. En Ceuta, el negro es el musulmán. Y esto es irrebatible. Pretender igualar el racismo de una comunidad con el de otra es, señor Rontomé, (voy a usar esa palabra que tanto les gusta a ustedes cuando hablan de Podemos) demagogia.

Aunque, de manera moral, condenemos de la misma forma todos los racismos, sabemos que, políticamente, unos racismos tienen más peso que otros. No íbamos a despistar a la gente, no íbamos a centrarnos en los comentarios de un loco extremista en una manifestación en favor del pueblo palestino mientras que Israel bombardeaba Gaza y asesinaba a decenas de niños cada día. No, no íbamos a decir algo como “Está mal asesinar a mil personas, pero también está mal decir cosas feas en una manifestación”, de igual modo que no voy a practicar esa equidistancia cómplice de decir “Sí, hay racismo antimusulmán, pero también anticristiano”, cuando el racismo de mayor peso, el estructural, sólo golpea a una parte, cuando es posible que un racismo, el de abajo, acabara o se mitigara si se solucionase el otro, el de arriba, el estructural.

También veo innecesario manifestarme en contra de ISIS o de la lapidación de mujeres. En Occidente, nadie con dos dedos de frente, sea un ciudadano o el conjunto de un país, apoya tales atrocidades. No obstante, el estado de Israel cuenta con el apoyo de la mayor potencia mundial y sus aliados, la complicidad de la UE y el apoyo moral de muchísimos ciudadanos decentes que consideran que los israelíes se están “defendiendo de la terrorista población palestina”. Por eso hablamos de Israel. Por eso no hablamos de ISIS, aunque, sin embargo, sí que hubo miembros de Podemos en la manifestación en condena de los ataques a cristianos en Irak o Siria, por no hablar de nuestras manifestaciones en distintos foros. Por cierto, muchos de los palestinos que mueren son cristianos. Por cierto, la religión de la comunidad siria es irrelevante: se les ataca, sobre todo, por ser inmigrantes, algo normal en tiempos de crisis en los que la gente tiene miedo a perder lo poco que le queda y se ensaña con el “invasor” que viene a robarle el trabajo, de ahí la importancia de condenar esta “lucha del penúltimo contra el último” que es la xenofobia.

Termino, señor Rontomé, haciéndole una propuesta. Apúnteme en un papel 365 causas por las que usted considere que debería protestar y el año que viene, cada día, usted y yo nos manifestamos juntos. Tal vez así deje de recurrir al tan manido recurso de la derecha mediática consistente en exigir al que protesta que proteste por todo, que condene todo el mal de la humanidad. Si protestamos por la violencia machista salen los “Toni Cantó” de turno a decir que también hay hombres maltratados. Si protestamos por la muerte de 15 inmigrantes nos dicen que hay inmigrantes delincuentes. Ahora usted salta con esto. Decepcionante, señor Rontomé, decepcionante. Usted es capaz de hacerlo mejor. Un saludo.