- El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos es una gran noticia para todos los que deseamos un mundo regido por el Derecho y fundamentado en la igualdad y el respeto entre los distintos países que conforman la Comunidad Internacional.

No obstante, la victoria del pueblo cubano sólo lo es a medias, pues aunque el gigante imperialista, debido seguramente a las presiones de unas grandes empresas deseosas de nuevos mercados frente a la oposición obcecada de la mafia reaccionaria de Miami, ha decidido abrir la mano y comenzar una nueva etapa, el bloqueo económico no ha sido, de momento, eliminado. Los cubanos, a día de hoy, continúan sufriendo una opresión impuesta por la mayor potencia económico-militar que ha conocido el mundo. Todo por haber cometido el pecado de querer ser independientes, algo que no tiene perdón dentro del capitalismo salvaje. Y menos aún a tan sólo noventa millas del emperador.

“Matar de hambre y desesperación al pueblo cubano para que se rebele contra su Gobierno”. Este y no otro ha sido, según documentos desclasificados, el objetivo del embargo que por más de medio siglo ha asfixiado a la pequeña isla caribeña, imponiendo sanciones a todo el que osara comerciar con Cuba, limitando el flujo de alimentación y medicamentos, multiplicando precios de recursos básicos, aislando a once millones de seres humanos del resto del planeta y condenándoles a vivir en un constante estado de guerra. El motivo es sencillo: en 1958, Cuba era una colonia de Estados Unidos. Mientras empresas como la United Fruit Company acaparaban la economía, el pueblo analfabeto moría de hambre y era reprimido por la dictadura militar de un sádico que ejercía de anfitrión para unos gángsters norteamericanos que, entre ruletas, cubanas hermosas, habanos y ron caribeño, hacían buenos y suculentos negocios a costa de la miseria autóctona.

Aquí unos datos relevantes extraídos del libro “Historia de la revolución cubana”, de Sergio Guerra y Alejo Maldonado: “El capital estadounidense, que en los cincuenta se incrementó en 250 millones de dólares más, para llegar a una cifra superior a mil millones de dólares en 1958, dominaba en ese año el 90% de los servicios de teléfonos y electricidad, el 50 de los ferrocarriles, el 23 de las industrias y el 40 de la producción de azúcar, mientras las sucursales cubanas de bancos de Estados Unidos controlaban el 25% de todos los depósitos bancarios. […] Una encuesta realizada en 1957 revelaba que […] el 90% del campesinado sólo se alumbraba con keroseno cuando podía adquirirlo, pues el 30% carecía de cualquier tipo de iluminación nocturna. Sólo el 11% de ellos consumía leche, el 4% carne, el 2% huevo, el 1% pescado, siendo su alimentación casi exclusivamente de arroz, frijoles, frutos y raíces comestibles. Un 35% declaraba tener parásitos intestinales y sólo el 8% recibía atención médica. El 43% de los campesinos era analfabeto y el 44% nunca había asistido a la escuela. A nivel latinoamericano Cuba estaba en el duodécimo lugar en escolaridad de su población entre 5 y 24 años. Sólo un 3% de los universitarios eran negros”.

Así era la Cuba prerrevolucionaria. Hoy, sin embargo y a pesar del bloqueo, los sabotajes y el terrorismo injerencista (busquen información acerca de la “Operación Mangosta”), del poder mediático y de los miles de defectos y carencias del proceso, la sociedad cubana es la única de América Latina en la que no existe malnutrición, ni trabajo infantil, ni analfabetismo, la primera de toda la región en matrícula universitaria y la que alberga mayor esperanza de vida y mejores servicios sanitarios. En 2006, la World Wild Found declaró a Cuba como el único país del mundo que combina un alto desarrollo humano y una adecuada sostenibilidad ambiental.

Fidel Castro es el líder mundial que más planes de magnicidio ha sufrido, sobreviviendo, aun así, a once presidentes norteamericanos que, en palabras de Eduardo Galeano, “tenían puesta la servilleta para almorzarlo con cuchillo y tenedor”. A estas alturas, es difícil que hasta el más ingenuo continúe pensando que tanta inquina y animadversión hacia Cuba se debe al amor que el imperialismo profesa por los valores democráticos. Estados Unidos jamás se ha arrugado a la hora de financiar y apoyar golpes de Estado y dictaduras por todo el globo. Resulta obvio que, por desgracia, la geopolítica nada tiene que ver con la preservación de los principios éticos, sino con la conservación, a sangre y fuego si es necesario, de los intereses económicos del poder. El 1 de enero de 1959 Cuba desafió esa regla…y desde entonces la bota del vecino del norte no ha cesado en su empeño de aplastar la voluntad de un pueblo que dijo “No” a la explotación colonial.

Muchas cosas negativas pueden decirse de Cuba, pero hay algo que es evidente: si Cuba ha sido atacada y pintada como la quintaesencia del mal durante décadas no ha sido por sus defectos, sino por sus virtudes y su ejemplo de desobediencia. Ojalá que esta nueva etapa que se abre permita, al fin, que los cubanos puedan ser lo que quieran ser y no lo que les dejen ser. La resistencia de ese pueblo heroico lo merece.